La grandeza del fútbol está en reconocer la calidad de los jugadores, su grandeza, sin importar el equipo en el que militan o los colores por los que simpatizan. Está en esos jugadores que se ganan el respeto de todos los niveles del mundo del balón, desde entrenador, utilleros, aficionados y jugadores rivales. Esos jugadores que, por su juego y su forma de ser, son ovacionados en cada uno de los estadios que visitan.
Jugadores que pasarán a la historia, que ocuparán páginas y páginas de los libros futbolísticos y sobre los cuales se escribirán todo tipo de artículo. Los más pequeños quieren ser como ellos, los usan como ejemplos y tienen en mente ser iguales. Por desgracia, no son los que suelen ocupar los informativos en las televisiones, ya que lo que más interesa son los “Cristianos Ronaldos”, los “Pepes” o los “Dani Alves” o “Piques”, jugadores polémicos, que tiene calidad (eso nadie lo duda), pero que destacan muchas veces por sus gestos feos hacia la grada o contra los rivales.
Sin embargo, los jugadores de los que yo hablo nunca tienen una mala palabra para el rival, no se revuelven en el suelo y no fingen las lesiones. No hacen entradas feas al rival, y ni siquiera buscan la trampa. Es más, huyen de todo eso, lo que quieren es el fútbol limpio, el fútbol de verdad: el fútbol que se disfruta.
Solo quieren jugar con la pelota, disfrutar los noventa minutos que dura un partido, llegar a casa y recordar lo vivido. Son amantes de la pelota, amantes de los equipos en los que están, y eso se nota. No buscan los focos de los fotógrafos ni a las televisiones. Son, por así decirlo, seres silenciosos que habitan en los campos de fútbol.
Si un niño se les acerca, se paran y se sacan todas las fotos que sean necesarios. Nunca tienen malas palabras para los aficionados, y responden con una sonrisa a cualquier comentario, aceptan sacarse todas las fotos del mundo, esto a pesar de estar en su tiempo libre. Otros, sin embargo, huyen de la gente, buscan una intimidad lícita, pero que en muchos casos roza la mala educación, por las formas en las que uno contesta o reacciona
No los veremos en las peleas, en ninguna tanga. Únicamente estarán para poner paz, para separar, para evitar que algo extradeportivo empañe lo bonito del fútbol.
Por desgracia, tengo la sensación de que estos “especímenes” están cerca de desaparecer. El fútbol base está pasando de ser algo para que los niños disfruten, a ser una máquina de fabricar futbolistas, de fabricar robots hechos a la medida. Antes, cuando uno era pequeño, jugaba al fútbol para estar con los amigos, para conocer a nuevas personas y para crecer como futbolista. Te dejaban total libertad, no te criticaban los errores y te recordaban que lo importante no era la victoria (que también),sino disfrutar del balón.
Ya sé que esta última frase puede parecer algo irreal, ¿quién de verdad participa en algo solo por participar? Puede ser que la respuesta sea nadie, no lo dudo. Pero es que en los casos de niños no es lo mismo, ellos tienen que disfrutar de lo que hacen, ya que si ellos no disfrutan no van a aprender, no van a sacar nada positivo.
Sin embargo, como digo, con el paso de los años estamos pasando a formar a unos niños más “mecanizados”, a los cuales se les enseñan unos criterios que tienen que seguir, y se les inculca que el único objetivo posible es la victoria. Se pueden ver en partidos de categorías inferiores como los entrenadores, o incluso los padres, realizan comentarios incitando a la violencia o metiendo presión a los niños, diciéndoles que si no ganan no jugarán más.
En realidad, lo que alguien tiene que trasmitirles es la emoción por el fútbol, el gusto por el balón y las ganas por jugar. Solamente jugar, que en su interior perviva el espíritu del fútbol, para que se puedan formar en las mejores condiciones.
Yo no voy a ser el que diga como tiene que entrenar cada uno, ya que como no tengo el carnet de entrenador creo que no estoy capacitado para ello, pero si que me veo capaz de decir que esto es lo que provoca que los niños, al no disfrutar, acaben siendo del sector “malo” del fútbol.
Dejemos a los niños disfrutar mientras se forman, que ya después tendrán la presión de ganar, de conseguir títulos y de mantener la categoría o mejorar el equipo en el que están. Solo de esta forma podremos tener a más “Valerones” y más “Iniestas”, o más “Cristianos” pero sin la parte negativa del jugador.
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