Hay pocos jugadores que extraigan de las profundidades de mi corazón tal sentimiento de admiración como «Pedrito«. Solo con esta frase habrá muchos de vosotros que digáis: «Don Pedro, por favor«. Razón no os faltaría. Realidad, mucha. Y es que el «Don» que se ha ganado el canario en los últimos tres años, se lo ha borrado de un plumazo Tata Martino.
Duro y directo, pero es así. Su puesto le ha sido entregado al autonombrado «jugadorazo» Alexis. Para el que teclea, nada más lejos de la realidad. Buen jugador, sí, claro. Gran reserva del «7» culé, también. Movimientos, verticalidad, velocidad, pase, remate, garra, intensidad (esa palabra tan de moda en las laringes de todo entrenador argentino que ocupa banquillo) y lo más difícil de encontrar: inteligencia. Pocos son los futbolistas que merecen el calificativo de «total«. Pedro Rodríguez debería integrar esa lista.
Dicho esto, ¿qué es lo que el rosarino ve en el chileno para sentar partido tras partido a Pedro en el banco? Un silencio se apodera de mi mente durante segundos, tal vez minutos, sin obtener ni una sola respuesta contundente que aclare el amasijo de incongruencias que obtengo por conclusión. ¿Gol? Imposible ¿Velocidad? A la par, solo que la velocidad del canario suele ser mucho más controlada y dirigida. ¿Movimientos? El repertorio del tinerfeño apabulla al de Tocopilla. ¿Técnica? No hace falta responder. ¿Carisma? No estoy sentado en Can Barça cada jornada, pero desde mi retiro esférico no apostaría por el segundo. ¿Intensidad? He visto a Pedro correr una banda repletita de contrarios para tapar el centro del lateral del contrario cuando la aguja golpeaba el minuto 88. Ni siquiera con los «números» (en Liga), a día de hoy, existe motivo alguno para preferir uno a otro: 11 goles cada uno, y cuatro asistencias del señor Rodríguez por tres de su homónimo Sánchez.
No soy entrenador (al menos con título), pero si este aficionado tuviera que enfundarse el traje del patrocinador azulgrana, el «7» jugaría hasta en «modo futbolín«. El Barça lo necesita y La Roja lo adora (no quiero pensar lo que pasará por la cabeza de Vicente Del Bosque). Hace poco, haciendo uso de esa diplomacia tan comedida, enredada y cercana a la claridad de la tinta de un calamar, declaraba en rueda de «prensa» su preparador: «Pedro es un jugador al que terminas rindiéndote«. Vistas las alineaciones, tal vez necesite dar más golpes a las redes rivales. Contra el Atlético veremos si ha conseguido derribar el muro que no deja ver a su director. Un muro que, para los rivales, terminará convirtiéndose en una ventaja demasiado grande. Los colchoneros esperan ansiosos la última decisión del Tata, y dudo que se base en abdominales.
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