Don Luis Aragonés, «Zapatones«, «El sabio de Hortaleza«, un grande. Para mi siempre será aquel personaje que nos enseñó dos cosas hasta entonces desconocidas: en qué consistía la labor de un sexador de pollos y a GANAR, «ganar, ganar y volver a ganar«. El principal culpable de enamorar a todo un país de tradición nefasta.
Personaje querido y odiado a partes iguales. Podría gustar más o menos sus formas pero, a quien realmente llegaba, era al alma de sus jugadores. A la carta de despedida que le ha dedicado Xavi poco o nada se puede añadir. Jugador hasta el final. Porque Luis, dicho por sus allegados, entrenaba igual que jugaba: con corazón, humildad y sinceridad. Este ogro bucal nos enseñó que, con «la furia«, solo conseguiríamos portadas del tipo «jugamos como nunca, perdemos como siempre» y verdaderos dolores de estómago Mundial tras Mundial, Eurocopa tras Eurocopa. Codazos, fallos clamorosos, goles fantasma, penaltis lanzados a la cafetería del tercer anfiteatro. Todo eso, lo borró de un plumazo. Marcando estilo.
Cualquiera que haya visto las imágenes de sus charlas aquel verano de 2008 y que ame el fútbol, comprueba cómo el vello se le pone de la misma textura que a un erizo. Personalmente lo recordaré con aún más cariño por haberme dado la oportunidad de gritar victoria y sentirme orgulloso de esta Selección ante un aforo de hotel repleto de germanos que nos miraban antes del inicio del encuentro como esos matachines que ven desfilar a sus próximos embutidos. Cuando Fernando Torres marcó EL GOL, ése que cambió todo, Luis Aragonés llevaba los tacos puestos. Nos hizo calzarnos las botas a todos. Ese día, este madrileño «amigo de los negros», nos regaló mucho más que un título. Nos grabó a fuego y sangre un estilo que, a día de hoy, aún sigue maravillando al globo terráqueo.
Por miles de anécdotas, chascarrillos, LECCIONES y por tu pasión a este deporte que llevo en mis callos desde pequeñito, don Luis, descansa en paz porque te lo has merecido. Si tú nos enseñaste a ganar, ganar y después, ganar, nosotros solo podemos decirte GRACIAS, GRACIAS y después, GRACIAS.
De todas las grandiosas enseñanzas que nos has dejado, me quedo con una, a mi estilo, que definía perfectamente lo que más tarde ha arraigado en cada pierna de futbolista que aspira a ser seleccionado:
«Si Gattusso es una referencia, yo soy un cura»
(Luis Aragonés, 1938-2014)
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