La liga española vive uno de sus momentos más brillantes de los últimos tiempos. Las estrellas más rutilantes del firmamento futbolístico demuestran sus extraordinarias habilidades en los campos de nuestro país. En todas las galas de la FIFA aparecen nombres como los de Casillas, Alves, Ramos, Pepe, Piqué,Marcelo, Xabi Alonso, Iniesta, Xavi, Cristiano, Messi…Todos ellos jugadores de la Liga española y que exportan al exterior la excelencia de la misma. Lo que tienen en común estos jugadores es que pertencen al FC Barcelona o al Real Madrid. Los últimos cinco balones de oro han recaído en la Liga española, y de los últimos quince, diez han sido para jugadores de nuestros equipos. Eso sí, fuera del binomio Madrid – Barcelona, nadie.
¿Entonces cabe decir que la Liga española vive un momento brillante, o que realmente Barcelona y Real Madrid son quienes lo hacen y el resto de equipos viven a su sombra y de sus migajas?
Los ingresos por retransmisiones televisivas forman una parte importante, fundamental diría yo, de los presupuestos de los clubes de fútbol. El pastel es muy goloso y mientras 18 equipos tienen racionado su consumo, otros dos ignoran por completo el colesterol, la obesidad y demás achaques de los excesos. Se trata de engordar la cuenta de ingresos y mantener un estatus de privilegios. Señores contra plebeyos.
El reparto televisivo en España es, con una distancia sideral sobre el resto, el más vergonzante, bochornoso y desigual de todas las ligas europeas importantes. Real Madrid y FC Barcelona ingresan por este concepto 11 veces más que el equipo que menos cobra. Y ese equipo debe competir con ellos en la misma categoria. Para que nos hagamos una idea, sería como si el Rayo Vallecano (con la plantilla actual) compitiese en liga contra equipos de Segunda División B. ¿A que sería descafeinado y abusivo? Pues eso es lo que sucede en la Primera División del fútbol español.
La proporción entre el mayor perceptor y el menor en otras ligas va desde 1,57 a 3,57 veces más. Es decir, que en el peor de los casos, el equipo que más cobra lo hace 3 veces más que el que menos percibe.
Mientras en Europa se negocian los paquetes televisivos de forma colectiva, en España se hace individualmente desde que la LFP lo autorizase allá por 1996 cuando, en plena lucha entre plataformas que querían adquirir los derechos, les resultaba mucho más productivo negociar el contrato en solitario. Partiendo de este error histórico, los operadores empezaron a pagar, años después, en función de la audiencia que tuviese cada equipo. Como la audiencia de FC Barcelona y Real Madrid se dispara respecto al resto, la diferencia de ingresos también lo hace. Es lógico que haya muchos seguidores culés y merengues. A los propios aficionados que toda su vida han militado en ellos, hay que añadir la adicción a las victorias, el gran fútbol que practican en muchas ocasiones, la cantidad de futbolistas de diversos países con una calidad extraordinaria, reconocimientos internacionales y prestigio. En resumen, ver fútbol en calidad y en cantidad.
Si los equipos modestos no pueden acceder, no ya a ese tipo de futbolistas, sino a algunos que se les acerquen en la lejanía, nunca podrán obtener esos estándares de calidad. No podemos pedir que ciertos clubes se equiparen en seguidores a los dos grandes, pero no cabe duda que ciertos equipos como pudieran ser elSuperdépor en su etapa exitosa, o el actual Atlético de Madrid, crecen exponencialmente en cuanto a seguidores por sus dinámicas ganadoras, títulos y buen juego. Por lo tanto, que los clubes de la Liga obtengan recursos importantes está directamente relacionado con el éxito deportivo y, en consecuencia, con el aumento de seguidores en todo el mundo. El producto se vende en función de la calidad del mismo, y si la calidad es alta, se paga por él.
Por eso a los dos grandes no les interesa un reparto equitativo como sucede en Inglaterra, Italia o Francia en un porcentaje muy alto del montante global o en Alemania en menor medida.
Yo no pagaría una entrada por ver un boxeador con la mano atada a la espalda o un partido de fútbol donde una portería midiese tres metros menos o más que la otra, u otro de baloncesto donde le bajásemos a un equipo la canasta medio metro. Es un fraude. Las reglas son las mismas para todos, pero mi boxeador entrena en los mejores gimnasios, tiene a los mejores profesionales a su alrededor,la mejor alimentación, y mi rival llega al combate como puede, teniéndole a pan y agua un mes y sin dejarle entrar al gimnasio porque no se lo puede permitir. Es una lucha adulterada desde el primer minuto hasta el último.
Evidentemente no hay ningún formato perfecto, todo es mejorable. Lo complicado es mejorar algo cuando los que se encuentran en el estrato superior de la cadena alimenticia quieren seguir devorando a sus presas con el mínimo esfuerzo, mientras estas malviven gracias a los restos que los depredadores les dejan.
Inmovilismo, bajo amenaza de propulsar una liga europea para mantener sus expectativas económicas enfrentándose ante los grandes clubes del continente.
Mientras, los medios que sufragan este despropósito —inmersos en conglomerados empresariales— dictaminan desde su púlpito la delgada línea que separa el bien y el mal. Nos encontramos ante la “mejor Liga del mundo”o “la Liga de las Estrellas” cuando nuestros mejores futbolistas deben emigrar porque no se pueden pagar sus salarios, los clubes españoles intentan a duras penas sobrevivir a pesar de las diferencias presupuestarias y los dirigentes que se empecinan en arruinar equipos con gestiones caóticas —en el mejor de los casos— y temerarias en otros muchos. Leyes concursales, sociedades deportivas intervenidas, jugadores que no cobran, equipos que empiezan la competición y no pueden acabarla, etc.
En resumen, un panorama desolador que ni siquiera los balones y botas de oro, además de los milagros llamados Atlético de Madrid, nos deben tapar su visión.
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