1984 es una fecha muy particular para dos países. Dos territorios que vivieron de forma muy distinta el efecto de un juego que no te asegura un buen final a pesar de obrar un gran trayecto (sí, obvio que hablamos de fútbol). La primera de las historias nos suena bastante a los españoles, ya que levantarse el 27 de junio de aquel año ochentero supuso llevarse uno de los grandes chascos para la gran mayoría de la afición española; la Francia de Michel Platini se coronó campeona de Europa tras vencer a la selección de Miguel Muñoz, injustamente recordada por aquella avería de Arconada.
La segunda de las aventuras la vivieron los italianos, quienes tres meses después de aquella Eurocopa (a la que por cierto Italia no llegó a clasificarse) vieron el inicio de una de las ligas más emocionantes de la historia del fútbol europeo. La brillantez de aquella liga no era tanto por la cantidad de “jugones”, sino por la repartición de los mismos. Hasta 6 o 7 equipos (Inter de Rummenigge, Milan de Baresi o año debutante de Paolo Maldini, Torino de Junior, Juventus de Platini, Sampdoria de la pareja Mancini-Vialli, Roma de Falcao, Napoli de Maradona…) entraban dentro de los pronósticos para llevarse aquél Scudetto. Sin embargo, fue sólo un equipo el que logró liderar la clasificación de principio a fin: el Verona de Osvaldo Bagnoli.
En Verona, gran parte de los habitantes narran la historia balompédica a partir de un periodo ochentero que marcó el corazón de los gialloblu; nada de lo que haya sucedido antes y después de la era Bagnoli se acerca a la importancia de aquel triunfalismo. Lógico y entendible para un equipo que aún sustenta el récord de ser el primer y único equipo no capitalino (a nivel regional) en ganar un Scudetto.
La razón por la que saco a colación esta serie de recuerdos es porque hoy Udinese y Verona se enfrentan en Friuli a partir de las 3 del mediodía. El partido pertenece a la decimoctava jornada de la temporada, justamente el mismo número de jornada en la que el Verona sacó los 3 puntos en un histórico partido (3-5) frente al Udinese de Zico y Carnevale (entre otros), perteneciente a la gloriosa temporada de 1984-85. Puede que el Derbi de Triveneto no os suene a nada u os diga muy poco, pero aquí siempre aprovechamos para conectar con la historia y buscar una excusa con el objetivo de darle un sabor diferente a este tipo de partidos. Por cierto, aquella victoria del 85’ fue la última victoria del Verona en campo de la escuadra bianconera.
Mandorlini y Guidolin
Volviendo ya al presente, y analizando a los cabezas de los dos proyectos, ambos entrenadores son amantes del contraataque, apostantes por el juego veloz, y sobre todo buenos gestores de la paciencia táctica (sabedores de que hay que utilizar estratégicamente las pocas balas con precisión). La raza de sus equipos no entiende de movimientos asimétricos; el equipo juega por y para el bloque. El caso de Francesco Guidolin es bastante palpable; lleva tres años exprimiendo las fuerzas de un equipo que ahora mismo irremediablemente va en línea descendente debido al contexto de “supervivencia” en el que vive (han alcanzado la 4ª, 3ª y 5ª plaza en las últimas tres campañas de forma muy meritoria, revalorizando siempre a sus estrellas y reinventándose cada 12 meses) y debido también a la excesiva dependencia goleadora que hay sobre Di Natale (36 años) y Luis Muriel (lesionado hasta mediados de enero).
En cuanto a Mandorlini, el planteamiento tiene muchas similitudes con el Udinese (juego exterior, equipo que se siente cómodo en partidos de idas y venidas, contragolpes de 3 o 4 toques…), pero la situación y los recursos con los que cuenta en la plantilla son muy diferentes. Contar con Toni, Iturbe, Martinho, Halfredsson, Jorginho… nada tiene que ver con el plantel que gobierna Guidolin, que va con “lo puesto”. Los gialloblu están en línea ascendente (6º y a 3 puntos de Europa, a la espera de lo que haga el Inter esta tarde en el Olímpico ante la Lazio).
Dos entrenadores que, curiosamente, son “pasado” del rival al que se enfrentan hoy. Francesco Guidolin participó en la consecución del título de Serie B (1981-82), previo al escalafón supremo de la época dorada del Hellas Verona (llegó incluso a jugar en la Sub-21 italiana). En los siguientes años el actual técnico friulitano sería cedido a otros equipos para terminar finalmente su carrera en Vicenza. Así recordaba su experiencia en rueda de prensa:
“Bagnoli [entrenador del Hellas Verona glorioso] fue mi maestro y un punto de referencia. Recuerdo todo de aquel periodo: el Verona ocupa una parte importante en mi corazón”. Fuente: reppublica.it
En cuanto a Andrea Mandorlini, de su carrera lo menos remarcable fue su paso por el Udine. Sin embargo, guarda un buen recuerdo del club en el que puso punto y final a su carrera como calciatore:
“Llegué en el final de mi carrera, pero tengo recuerdos muy buenos. Allí tuve mi primera experiencia como entrenador, y para trabajar es un ambiente fantástico” Fuente: tuttosport.com
La admiración es —públicamente— mutua por las dos partes. Hoy se enfrentan dos proyectos a los que nadie les ha regalado nada. La modestia forma parte del día a día en ambos lados del campo. Eso no quita que haya mucho en juego (no tanto como un título hace 30 años, pero sí una posible plaza europea o la permanencia en el caso del Udinese).
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