«Me imagino a Messi marcando goles. No uno, ni dos, sino tres (levantando tres dedos). Y Neuer recogiendo todo el rato el balón de la red.» con este comentario daba inicio mi día. Doce horas y un 4-0 después, pierde todo su sentido. Vivir de lo que fuiste y no ser consciente de lo que eres, puede llevarte a crear unas expectativas irreales e imaginarte metiéndole mano a un Bayern de Munich indomable. Haber dominado Europa no es suficiente: el fútbol es presente y, en la actualidad, hay un equipo alemán superior. Tan superior, que ninguna ficción había imaginado tal realidad.
La cita que da inicio a este artículo es de un compañero de academia al que rebatí con el siguiente argumento: «Son muy pocos los equipos que hoy en día podrían ganar a la Juve por un global de 4-0 en los cuartos de final de la Champions y estás menospreciando a un equipo que, comparando desde la distancia, ha demostrado ser más competitivo y regular que el Barcelona». Por supuesto, logramos nuestro objetivo de conseguir convertir la lección del día en una charla amena sobre fútbol, pero esta es otra historia…
Mi sorpresa llega al mirar las redes sociales y encontrar a más aficionados culés con el mismo pensamiento: llevamos muchos años dominando Europa, por lo tanto hoy ganamos. No, señores. El fútbol vive de estados de ánimo, físicos, psicológicos y muchos otros aspectos relacionados con la táctica, la técnica, la anatomía, el entrenamiento físico… Pero no de victorias épicas o títulos conseguidos años ha.
Como un gusano viral y expresado de mil formas diferentes, la mentalidad correspondiente a «tenemos al mejor jugador del mundo y lo hemos ganado todo aplastando a nuestros rivales en los últimos años», se extendía. Alejaba poco a poco de la ficción realista al aficionado e incrementaba el instinto asesino de Robben, Ribery y Muller, quienes a buen seguro se sintieron ofendidos. No es buena idea enfadar a un equipo alemán. Las elucubraciones previas al cruce eran cuanto menos poco razonables viendo el camino de ambos clubes hasta esta noche y no aceptar que partes como «no favorito» es un error tan grande como jugar con un futbolista lesionado o no convocar a jugadores necesarios, pero eso, una vez más, es otra historia…
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