Pepe Sarria – Corría el mes de junio de 1988. Por entonces se admitían apuestas sobre quién iba a ser la próxima selección campeona de Europa, había 8 candidatas y muchas dudas sobre cuál de ellas iba a ganar la Eurocopa de Alemania aunque en algo sí coincidía todo el mundo: la cenicienta era la selección irlandesa, debutante en una gran competición y para la que llegar hasta la fase final ya había sido un premio gordo. Seguramente recordaréis o habréis oído hablar de las hazañas irlandesas en los mundiales de Italia 90 y USA 94 pero hoy quiero hacer un homenaje a la primera versión de este histórico equipo, el que participó en la Eurocopa de Alemania 88 y que sorprendió al mundo (y a mí mismo en particular) por su inesperada competitividad.
Situándonos un poco en la época, el PSV venía de proclamarse campeón de Europa tras haber dejado por el camino al Madrid de la quinta del Buitre, era el año previo a la irrupción del gran Milan de Sacchi, que dominaría con su espectacular trío de holandeses el panorama continental. Y en esto apareció Irlanda, una selección que se clasificó superando por un punto a Bulgaria y por dos a Bélgica y Escocia en un grupo muy igualado. Poco sabíamos de ella, por entonces sonaba mucho más la selección de Irlanda del Norte, que había disputado los 2 mundiales anteriores, pero sus vecinos del sur nunca habían logrado meter la cabeza en una fase final.
Su entrenador era Jackie Charlton, mítico defensa de la selección inglesa campeona del mundo en 1966 y considerado uno de los mejores defensas centrales de la historia del fútbol británico. Había tomado las riendas de la selección verde en 1986 y se quedaría hasta 1995, prácticamente una década en la que consiguió que Irlanda se ganase el respeto y la admiración de los aficionados a este maravilloso deporte. Desde luego lo suyo no era la riqueza táctica ni los esquemas complicados, quizá porque tampoco tenía muchas opciones para ello, su sistema era un 4-5-1 donde la única alternativa pasaba por incorporar un segundo punta nato en lugar de un centrocampista si las cosas se torcían.
Su portero fue siempre Pat Bonner, arquero muy del estilo de los 80, poco ágil pero con personalidad y capacidad de mando, no era mal guardameta para la época. En la línea defensiva de 4 seguro que reconocéis a Mick McCarthy (actual entrenador de los Wolves, cogería el testigo de Charlton como seleccionador irlandés en 1996) mientras que el otro central era Kevin Moran, durante una década en el Manchester United y que ese mismo verano pasó al Sporting de Gijón. Eran centrales nobles pero contundentes, sin duda fundamentales en esta selección. De McCarthy llamaban la atención los saques de banda que hacía al más puro estilo Rory Delap, era un espectáculo cómo metía los balones en el área. En el lateral derecho jugaba Chris Morris, quizás de los menos conocidos, y en el izquierdo era titular Chris Hughton, que empezó la actual temporada como técnico del Newcastle pero que fue destituido hace algunas semanas. Ambos eran discretos, no tenían virtudes ofensivas y defensivamente cumplían sin estridencias.
El doble pivote ya era otra historia. Ronnie Whelan era un fijo en este equipo (2 años después ya no lo sería) seguramente porque era el único capaz de dar pausa en mediocampo, jugó durante 15 años en el Liverpool y eso no lo consigue cualquiera, tenía también una enorme capacidad de lucha y cuando podía practicaba el disparo a puerta. La otra plaza del doble pivote se la repartieron 2 jugadores muy de mi agrado, aunque de estilos totalmente contrapuestos.
Paul McGrath era uno de ellos, jugador con un físico y una potencia descomunales para aquellos años, tuvo una vida muy complicada desde su nacimiento pasando por orfanatos y, ya de adulto, sufrió problemas con el alcohol. Para mí es uno de los estandartes de aquella Irlanda y uno de los futbolistas que más me impactaron. La otra opción para el doble pivote era Kevin Sheedy, no es que fuera un prodigio de técnica pero sí tenía un gran disparo con su zurda, es recordado por ser el autor del primer gol de Irlanda en un mundial, se lo hizo a Inglaterra en 1990. Ambos disfrutaron de muchos minutos en esta Eurocopa y su participación se dejó sentir en el equipo, siempre para bien.
De la línea de tres cuartos me quedo, sin ninguna duda, con Ray Houghton. Jugaba por la derecha y era, bajo mi punto de vista, el jugador más determinante en ataque que tenían los irlandeses. Parecía una hormiga atómica y gran parte del peligro que generaba el equipo pasaba por sus botas, ya fuera con apariciones desde la segunda línea o con arrancadas desde la derecha, un jugadorazo con mayúsculas. Lástima que sus compañeros de medular no se acercasen a su nivel, de ahí que la sequía goleadora fuese el talón de Aquiles de esta selección. Por la izquierda jugaba Tony Galvin (la verdad es que yo no lo recordaba), de 32 años y que era de aquellos que preferían bajarse las medias (al estilo Gordillo), pese a salir de inicio en los 3 partidos me parece que su aportación era más bien floja. Lo mismo sucedía con Frank Stapleton, que jugaba como segundo punta pero que veía poco balón, dedicándose a luchar sin descanso. Estos dos ya no jugarían en el mundial de Italia pero en 1988 eran titulares indiscutibles.
Completaba el once como punta John Aldridge (en la foto podéis ver como se nota el paso de los años), en aquellos momentos en las filas del Liverpool pero que ficharía al año siguiente por la Real Sociedad, por lo que los aficionados donostiarras lo recordarán perfectamente. Se peleaba con todos los defensas y cuando le llegaba la ocasión no acostumbraba a perdonar. Sin embargo, es muy curioso que dos de los jugadores más recordados de Irlanda apenas disfrutaron de minutos en esta Eurocopa aunque estuvieron en el banquillo, hablo de Tony Cascarino y Niall Quinn, dos auténticos gigantes que solían hacer temblar por una simple cuestión de tamaño a las defensas rivales, ambos sembrarían el pánico en los campos italianos en 1990 pero en Alemania apenas se hicieron notar.
Sobra decir que el grupo en el que cayó Irlanda era enormemente complicado (teniendo en cuenta que solamente había 8 selecciones en la fase final se puede decir que las 8 eran muy potentes) y pensar en clasificarse para semifinales parecía una utopía pero estuvieron muy cerca de lograrlo. De principio sorprendieron a la Inglaterra de Gary Lineker con un gol tempranero de Ray Houghton y, aunque en la segunda parte sufrieron como perros, consiguieron una victoria histórica. El siguiente partido fue contra la URSS, equipo fortísimo basado en el Dinamo de Kiev y con jugadores tan importantes como Belanov, Zavarov o Dassaev. El gol que marca Whelan a la URSS es una buena muestra de la sencillez del fútbol irlandés, podéis comprobarlo en el vídeo (por cierto, espectacular la «asistencia» de McCarthy).
Para mí fue el mejor partido que jugó Irlanda con diferencia en esa Eurocopa, dominaron prácticamente los 90 minutos y no permitieron a los soviéticos acercarse a su portería pero lamentaron su falta de pegada y, en especial, una clara ocasión de Aldridge en la segunda parte que hubiese colocado un 2-0 seguramente definitivo. Al final una acción entre afortunada y genial de Belanov dejó solo a Protassov delante de Bonner, marcando un empate que no hacía justicia y que obligaba a Irlanda a no perder en su último partido contra Holanda. Y fue aquí donde creo que se equivocaron, únicamente en los primeros 10 minutos se vio a esa Irlanda guerrera y con capacidad para morder al rival, tras un cabezazo al palo de McGrath se echaron demasiado atrás y aunque fueron aguantando con relativa tranquilidad, eran demasiados minutos frente a un equipo que tenía muchísima calidad (y que finalmente acabaría ganando el torneo). No fue hasta el minuto 82 que llegó el gol que eliminaba a Irlanda pero no dejo de pensar que si hubiesen jugado este partido con la misma determinación que contra la URSS la historia podría haber cambiado y mucho. Lo de después ya os lo imagináis, a su llegada a la isla fueron recibidos como auténticos héroes pero a mí me dejaron la sensación de que todavía habrían podido dar un paso más.
En 1990 llegaría gente importante como Steve Staunton o Andy Townsend pero la semilla ya estaba plantada. El fútbol simple por momentos pero de una nobleza e intensidad insuperables ha permitido a la República de Irlanda ocupar un sitio entre las selecciones más respetadas de Europa. Y sobre todo esa afición que apoya incondicionalmente a su selección, esa marea verde a la que no vemos en una gran competición desde 2002 y a la que tengo muchas ganas de volver a encontrar en las gradas en una fase final, en 2012 parece complicado que lo logren aunque yo, al igual que esos aficionados irlandeses, no pierdo la esperanza de que algún día se repita la historia de aquel verano del 88.
3 Comentarios
Tenía muchas ganas de escribir un artículo sobre esta selección, no hay duda de que han marcado un estilo y hoy todo el mundo sabe que es siempre complicado enfrentarse a Irlanda, sobre todo por ese fútbol tan físico y directo que plantean. De cara al 2012 Irlanda está en una dura batalla con Rusia y Eslovaquia. Conseguir la segunda plaza y jugar la repesca sería un gran éxito, hoy por hoy creo que tanto rusos como eslovacos son mejores. Tras la derrota en casa contra Rusia y el empate conseguido en Eslovaquia los irlandeses deberán ganar al menos a Eslovaquia en casa para poder pensar en la segunda plaza. De todas formas es un grupo muy abierto y las opciones todavía están intactas.Un saludo
Yo el mejor recuerdo que tengo de Irlanda es el de esa selección rocosa del Mundial de Corea y Japón, que llegó hasta octavos de final.Saludos desde La Escuadra de Mago
necesidad de comprobar:)