Rubén González, @rubenglez - 1974. Alemania. Copa del Mundo. Holanda. La naranja mecánica. Atados a la pelota, un grupo de futbolistas demostraban al mundo que la belleza y la victoria no son rivales, que se puede competir y divertir al espectador. Corriendo el mes de Junio, el conjunto tulipán fue superando eliminatorias a la par que iban revolucionando el deporte rey y conquistando a los millones de espectadores que seguían desde sus casas. Abanderando la máquina, Johan Cruyff.
Estrella mundial recién contratada por el Fútbol Club Barcelona, el eterno 14, debió hacer frente a la hora de defender a su país con un problema hasta entonces inusual en el mundo deportivo. En medio del estallido de los patrocinios a deportistas, y contratos restringidos con una única marca, el flaco será el protagonista de un desafío que le enfrentará con la marca internacional Adidas, que si bien por aquel entonces el tema de los patrocinios no estaba muy desarrollado todavía, la marca ya se había apoderado de varias selecciones de renombre, entre ellas la holandesa.
Transgrediendo a la firma alemana, Cruyff salió al terreno de juego en cada uno de los siete encuentros que aquel verano la selección holandesa disputó, luciendo no las tres rayas caráctericas de la marca, si no que al contrario de todos su compañeros, su camiseta portaba solo dos rayas en las mangas. En el primer encuentro del campeonato, la multitud se sorprendió al ver que el capitán tulipán portase unicamente dos rayas tanto en su camiseta, como pantalón, como medias. Los partidos llegaron y con ello la confirmación de la evidencia, aquello no era casualidad.
¿El motivo culpable? El contrato que el joven futbolista holandés tenía firmado con otra firma alemana, Puma. Con la marca proveniendo de diverso material futbolístico al jugador, este se manifestó exigiendo que no luciría la zamarra de Adidas, con sus tres rayas características, si no hubiese recompensa económica de por medio. Ante la negativa de Adidas, si bien la selección ya no contaba con el trefoil típico de la firma alemana en el pecho, el futbolista exigió que su equipación luciese tan sólo dos rayas.
Holanda triunfó en el Mundial y unicamente Alemania, anfitriona, pudo privarles de la victoria final. Cuatro años después, con el Mundial de Argentina 78, el capitán tulipán volvió a alzar la voz, esta vez puntualizando los motivos por los cuales no veía adecuado representar a su selección en el país argentino. La violación masiva de los derechos humanos que el pueblo argentino sufría con la dictadura imperante, el miedo a un posible secuestro y una vez más, el patrocinio deportivo, por no lograr un acuerdo con Adidas, la entidad patrocinadora del combinado nacional.
Una vez más, el futbolista holandés precursor del fútbol total, capitaneando una revolución, el patrocinio deportivo nunca más sería igual.
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Lo mismo hicieron Willy y René Van de Kerkhof y Dick Nanninga en el 78.
René y Willy van de Kerkhof y Dick Nanninga en 78