Son los mejores en su puesto, esos que marcan diferencias en sus equipos. Tienen la capacidad de encandilar a sus propios aficionados e incluso a los contrarios. También están los que se han ganado el corazón de una parte de la grada, sin grandes alardes, pero con lucha y tesón. Otros pasan desapercibidos para la gran mayoría, pero no por ello dejan de tener su propio club de fans.
Cada aficionado al fútbol tiene un ídolo, un jugador por el cual siente verdadera admiración. Quienes tenemos, o tuvimos, a nuestro futbolista favorito sabemos la ilusión que uno tiene de que llegue el día de poder conocerlo. Conscientes de que eso, en algunos casos, es complicado nos limitamos a disfrutar de su presencia en los campos, disfrutando de su juego y hasta convirtiéndonos en aunténtic@s ‘groupies’ del balón. Para muchos no es necesario el llegar a intercambiar una conversación, sino que con poder tener un recuerdo a modo de fotografía o autógrafo es suficiente. Incluso una réplica de su camiseta supone un auténtico tesoro, algo de un valor sentimental incalculable.
Muestra de la locura que se produce cuando esto sucede, son las imágenes que nos muestran las televisiones en los desplazamientos de los diferentes equipos. Barcelona, Real Madrid, Selección Española, Atlético de Madrid o Valencia, allá por donde pasan levantan pasiones. Mediatizados, eso sí, pero con futbolistas que por su papel o su relevancia en algún momento han calado hondo. Son, sin embargo, los más fríos y los que no devuelven ni la mitad del cariño que ese aficionado – que en muchos casos lleva horas esperando en la calle – le está brindando, caminando con la cabeza agachada sin hacer el más mínimo gesto de aprecio. Pero a pesar de eso, si nos pusiéramos a preguntar a esos niños y adolescentes – o incluso gente de una cierta edad – por sus sentimientos, la gran mayoría nos respondería – con una gran sonrisa en la boca – que están felices de haber visto a sus ídolos en persona. Porque la mera presencia es, a veces, suficiente para cumplir el sueño.
A otro nivel sucede esto en equipos de una entidad menor, por su relevancia. Conjuntos en los que sus jugadores viven más con los pies en la tierra, con una cercanía y un cariño hacia sus aficionados que los hace ser más grandes. Futbolistas más accesibles, que se sacan todas las fotos que sean necesarias, en la calle o en los entrenamientos. Incluso dialogan contigo si les preguntas por su opinión en temas futbolísticos. No escapan ni se esconden. Cierto es que hay excepciones, pero esta cercanía es la que tendrían que promover todos los clubes, puesto que lo que sustenta al jugador y a la entidad son los aficionados. Permitir el acercamiento entre ambas partes es algo que beneficiaría a todos.
Pocas cosas nos unen a los aficionados al mundo del balón. Una es el coleccionar los álbumes de cromos, y otra el tener a estos jugadores en nuestro altar particular. En muchos casos hasta disfrutamos de futbolistas de otros equipos, encontrando un nexo de unión que acerca a dos personas completamente distintas. Muestra de eso los casos de Don Andrés Iniesta, Don Juan Carlos Valerón o Zinedine Zidane, a quienes la gran parte de la afición idolatra.
¡Disfrutemos del nuestros ídolos!
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