Importantes variaciones se han dado en la parte alta de la tabla clasificatoria esta semana; no tanto en la parte cuantitativa (a fin de cuentas, Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid siguen en tres puntos), sino en la vertiente que podíamos llamar psicológica. Y ha habido dos hechos que han contribuido a esta variación: que el Atlético ha conseguido ponerse líder y el fichaje de Diego Ribas por el equipo colchonero.
Hablando sobre la primera, ayer por la noche, el Atlético consiguió ponerse líder: su victoria frente a la Real Sociedad, unida a la sorprendente derrota del Barcelona en casa ante el Valencia y el empate del Real Madrid en el nuevo San Mamés, colocaron al Atlético en un puesto que no ocupaba desde hacía 18 años, el año del Doblete. Un liderato que se plasmó apenas 40 horas después del fallecimiento de Luis Aragonés, mito entre los mitos del club rojiblanco. No se si considerar este hecho un merecido homenaje al mito o una crueldad del destino con alguien que derrochaba sentimiento atlético por todos los poros de su piel y que no llegó a ver a su Atlético líder, pero hemos de coincidir en que es una historia “muy de la idiosincrasia atlética”.
Esta temporada, dos oportunidades había tenido el Atlético de ponerse líder y las dos las había desaprovechado: la primera, el pasado 15 de diciembre de 2013, en el encuentro frente al Valencia, el Atlético ganó por 3 a 0 y un gol más hubiera servido para colocarse líderes. La segunda, hace apenas quince días, tras el empate del Barcelona en el Ciutat de Valencia frente al Levante, podía colocarse líder si vencía en el Calderón al Sevilla. Pero se empató y también se desaprovechó esa oportunidad.
Especialmente significativa fue, en la primera de estas oportunidades, en el encuentro frente al Valencia, la actitud del Cholo Simeone, entrenador atlético. Tras conseguir el Atlético el tercer gol saltó como un resorte casi hasta el terreno de juego para gritar a sus jugadores “Uno más, uno más”. El defensor del discurso del “partido a partido”, de que “la Liga de dos es aburrida”, de que “el Atlético no tiene opciones de ser campeón”… Quería ser líder y lo quería ser ya, en ese momento. Porque, de puertas para adentro, Simeone cree que tiene opciones de ser campeón. Y trabaja para ello. Y quiere ser campeón. Porque Simeone, sobre todo, es un ganador.
Y, por ello, llevaba un año y medio pidiendo la vuelta de Diego Ribas. Porque sabe que el brasileño aporta creatividad, pase, conducción de balón, llegada a gol y pausa cuando hace falta; cualidades muchas de éstas de las que no está sobrado el mediocampo atlético. Y el pasado viernes, al borde del cierre del mercado de fichajes de invierno y tras unas negociaciones llevadas con mucho sigilo, se confirmó la vuelta del brasileño al Vicente Calderón.
Aterrizado el viernes, el pasado domingo jugó ya sus primeros minutos con el Atlético. En la escasa media hora que jugó, le dio tiempo a mostrar gran parte de su repertorio y de lo que puede aportar al Atlético, gol incluido. La Real Sociedad había dominado y creado peligro durante la primera mitad del segundo tiempo pero fue salir Diego, coger la pelota y parecer como si el tiempo se parase, como si todos sus compañeros se sintieran absolutamente seguros cuando el brasileño tiene la pelota en los pies, como si pudiesen transcurrir segundos eternos hasta que decida qué hacer con el cuero… Con el convencimiento de que la opción elegida va a ser siempre la correcto.
Con el fichaje de Diego, el Atlético demuestra que quiera intentar ganar todas las competiciones en las que participa. Da una tremenda cantidad de posibilidades al mediocampo rojiblanco, que ya no dependerá (sólo) de la creatividad de Arda, el toque de balón de Koke o esa presión e intensidad comandada por Gabi que acaba asfixiando al rival. Y da la posibilidad de repartir mucho más los minutos entre los jugadores clave de mediocampo hacia delante. Y digo “de medio campo hacia delante” porque creo que David Villa va a ser el gran damnificado de la llegada de Diego Rivas. Creo que en los partidos “grandes”, Diego, Arda y Koke formarán la línea de tres mediapuntas por detrás de Diego Costa.
En todo caso, bendito problema: para sí lo quisieran muchos equipos.
P.D.: A nivel individual, aunque parezca un contrasentido, el gran beneficiado de la llegada de Diego Ribas al Atlético será Óliver Torres. Sin apenas haber tenido minutos esta temporada (y menos que iba a tener), se va cedido al Villareal. Un equipo con buen gusto en el trato del balón y dónde (quiero creer) jugará, crecerá y demostrará el potencial que lleva dentro. Lástima esa lesión en el hombro que le tendrá dos o tres semanas más sin poder debutar con el equipo amarillo.
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