Y a fe que, si eres «cabra», terminas haciéndolo. Justo lo que anoche nos demostró Carlo Ancelotti con la alineación escogida para jugar el, seguramente, derby más importante de los últimos años. Los colchoneros deseosos de enfrentarse nuevamente a sus vecinos para demostrarle al mundo del fútbol que sigue estando vivos a pesar de las múltiples conspiraciones en su contra. Enfrente, los blancos, con la firme voluntad de dar con los nudillos en la mesa e intentar ampliar el colchón de puntos. Como casi siempre, ni una cosa ni la otra.
El Atléti presentaba su alineación de gala si entendemos que Villa cayó de esa clasificación hace unas semanas. Por contra, en la escuadra del italiano, ya veíamos los primeros síntomas de que, el «baile» de Gelsenkirchen no se iba a repetir. ¿Visionario? En absoluto. Solo coherencia. Jugar con Arbeloa y Coentrao por contra de Carvajal y Marcelo es renunciar directamente a las bandas en ataque. Envías un mensaje al rival. Un mensaje que los del «Cholo» supieron interpretar a la perfección. Sobre todo, Koke.
No se recuerda al diestro colocar una rosca en la cabeza o pie de un compañero tras galopada por la banda desde Liverpool si me apuráis. ¿Qué decir de su homónimo en la banda contraria? Las estadísticas del luso, temporada tras temporada, son para sonrojarse si formas parte del cuerpo técnico que lo fichó. Una y otra vez eran superados por sus marcajes y así vino el primer gol del Atleti. Pero no por un fallo puntual hay que colocarse en posición ventajista y crucificar futbolísticamente hablando a los dos. No. No es solo un fallo. Es un despropósito continuo. Tal vez Arbeloa pueda reconvertirse como tantos otros laterales en central. Al fin y al cabo, no sería nueva para él esa posición. Con el portugués, ya tendríamos más difícil saber si, fuera de la cal, puede reportar alguna utilidad al equipo de turno. Solo con el combinado nacional ha dejado resquicios de lo que un día parecía prometer. Tal vez antes de su desarrollada afición a visitar las expendedurías de tabaco.
Lo de anoche del técnico italiano es un ejemplo más de que el refranero español rebosa sabiduría. Su gen de «cabra» le hizo replegar velas tras la exhibición en Alemania y esperar bien atrás las embestidas del rival para intentar salir a la contra con sus tres balas. Pero se olvidó de un detalle fundamental en ese planteamiento: para salir, hay primero que tocar la pelota con criterio y rapidez, y estos dos jugadores carecen de esa virtud no desde ayer, más bien de siempre. Sus «virtudes» (el que guste que las detalle) son otras bien distintas a lo que se pide a un lateral que juega en un club que autocalifica de obsesión conseguir «la Décima«.
Al menos, rectificar es de sabios, y eso hizo el italiano. Aunque tarde para mi gusto. Tuvo que seguir el ejemplo del gran Fabio Capello con un jugador que muchos de los que ahora me leen, tal vez ni conozcan: Carlos Secretario, lateral derecho portugués y que se fichó (de lejos viene el gusto del Madrid por regalar ingentes cantidades de euros a sus vecinos lusos) por no haber podido alcanzar a otros jugadores. En aquel partido contra el Barcelona correspondiente a octavos de final de la Copa del Rey, Capello realizaba un cambio obligado al descanso por la lesión de Panucci. Saltaba este inaudito fichaje por pura necesidad. El Barça encontraba una vía de agua en la defensa blanca una vez tras otra hasta que el italiano se hartaba del desorden mental y táctico de este chico, y lo sacaba del partido diez minutos antes del final de encuentro. Menudo bochorno para afición, club, entrenador y proyecto de carrilero.
El de ayer, también. Amigo Carlo, desde aquí, desearte clarividencia en tus próximas alineaciones y, sobre todo, VALOR de sentar en el banquillo a tus dos elecciones de ayer. Un equipo que presume de «jugar al ataque» se vuelve incoherente hasta la extenuación cuando ve que, sus carrileros, podrían dedicarse a labores de «supervisión de acceso» en cualquier club nocturno. Deja la cabra que llevas dentro, y sigue devorando hierba. Cuando todo parecía indicar que se seguiría hablando solo de fútbol, en un partido importante fuera de casa, has vuelto a unas alturas que no casan con esa plantilla.
En este momento de la temporada llega «lo grande». No seas tú quien decida volverse pequeño.
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