No sé si recordaréis algunos o conoceréis, los más jóvenes, a Pink Floyd y su “The Wall”. En aquel vídeo musical aparecía una escena en la que, cientos de niños, acababan en una trituradora gigante de carne dirigida y supervisada por unos “señores de negro”. No se me ocurre mejor modo de ilustrar lo que, en mi mente, se escenifica a diario en el fútbol español con la pretenciosa y demagógica defensa de la cantera.
No hablo de un lugar donde se pique piedra o se sacrifiquen corazones buscando diamantes, aunque, a la postre, los efectos y el escenario, resulten muy similares a propios y extraños. De unos años para acá, sobre todo, a la estela del fútbol y títulos ganados por el F.C.Barcelona y la etapa “Pep”, ha emergido como tema recurrente, tanto en tertulias radiofónicas, coloquios a decibelios muy altos o prensa escrita, el de LA CANTERA.
Tal vez sea el club catalán el adalid de este estandarte. Tal vez ese estandarte lo recogió otro “colectivo” más, digámoslo, pasional. O, simplemente, los deseos de uno casi siempre chocan con los de al lado. Como cualquier aficionado, siento y deseo que, chavales que han dejado su infancia, juventud, familia y amigos, y han tenido el valor de hacerlo por SU sueño, puedan llegar a jugar en el Primer Equipo y lleguen a ser los líderes que empujen a su combinado a la GLORIA de los títulos. Y es un deseo posible. Cada día menos. Siempre hacia el Romanticismo autodestructivo.
«¿Por qué?«.- pongámosle el acento que queramos. Sencillo: quien tiene el poder, dirige nuestros destinos. ¿Qué otorga ese poder? El famosísimo caballero “don DINERO”. Por un lado, se nos llena la boca exigiendo ver jugar a los chavales y por otro, nos estalla a la hora de lanzar improperios sobre el director de orquesta de turno si se pasa un “año en blanco”. ¿Podría ser el Arsenal un ejemplo duradero en nuestra Liga? ¿Cuántos años llevan los “gunnners” de la cantera levantando trofeos? Ahí tenemos la respuesta. PACIENCIA y CANTERA nunca han sido una buena pareja de baile. Al menos, queda demostrado que no es una virtud ibérica. Pero, si no queremos vestirnos en cómodas ajenas, realicemos otra pregunta: ¿se estaría hablando de LA CANTERA si en nuestro equipo de turno, los fichajes realizados, hubiesen ganado títulos y/o desplegado buen fútbol? Por más que el oxígeno entra en mi cerebro no encuentro otra respuesta más escueta y descriptiva que un “NO”. Nos guste o no, los aficionados, nos convertimos en cómplices por mera omisión.
A todos se nos ocurren decenas de jugadores sobre los que descargábamos elogios y que, jugando en “los Big Five” españoles, terminaron con los tímpanos malogrados de tanto silbido y con la ignorancia plena como despedida en forma de traspaso a un club más modesto. Peores casos los protagonizan muchos de los que consiguen volver a retomar su sueño. Otros, los elegidos, vuelven al ruedo y cortan orejas domingo tras domingo. Pero, en unos y otros, hay un pensamiento que con ellos pernocta y madruga: este deporte se convirtió en un NEGOCIO TRITURADOR como otro cualquiera. Tal vez, el más despiadado a la hora de escoger el género adecuado para la parrillada de cada temporada.
«Hoy no manda mi fútbol». Manda el dinero. Manda la publicidad. Mandan los Títulos. La pasión, ganemos o perdamos, queda para nosotros. ¡Viva el FÚTBOL!
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