Guardiola apuesta por un 3-4-3, recluir al Chelsea en su campo y bailar al son de Iniesta, Xavi y Messi. Di Matteo se deja llevar. No es un genio de los banquillos. No sorprende a Pep con un planteamiento revolucionario, sino que acepta la invitación. Dos líneas cerrando espacios. El balón no es importante. El jugador que se mueve con él controlado cobra un matiz especial. A ese futbolista lo dejamos bailar solo. Un movimiento de baloncesto en plena partida de ajedrez. Defensa en zona y flotar al poseedor del esférico. Las bandas no son una preocupación, no hay nadie tan abierto como para llegar a serlo. Insistir. No abandonar una filosofía propia. No renunciar a un estilo marcado por la historia. Morir fiel a tus ideales.
Quizás lo más fácil a la hora de plantear el partido, habría sido abrir el campo y utilizar las bandas como lanzaderas de cara a una llegada en segunda línea de los mediocampistas. El primer tanto del Barcelona llegó en una jugada similar a esta propuesta. Ante una defensa tan estática, los balones de cara son una bendición. Pero Pep Guardiola no quiso renunciar a ese estilo que llevó al Barça a obtener «Un lugar en el Olimpo». A convertir en arte el fútbol y el fútbol en algo feo cuando no juega Lionel Messi. Los centros con rosca de Alves parecían la mejor opción. Al ver la alineación te lo encuentras en el banquillo. No abandonar la filosofía de La Masía puede con el resultadismo.
El reto de reinventarse, en el horizonte. Un cambio de aires de Guardiola podría hasta sentar bien al Barcelona. Ciertos entrenadores han encontrado una fórmula que exige que Xavi, Iniesta y compañía estén al cien por cien para ganar los partidos. Pep varía sistemas y tácticas, pero no abre las puertas a nuevas propuestas futbolísticas. No siempre el fútbol de combinación es el más bonito. Drogba ha hecho un partido precioso. Él solo. Es un extremo, pues tal bestia pocas veces se encuentra, pero es una muestra de que otro tipo de fútbol también puede llegar a ser admirado.
En cuanto al Chelsea, le espera una final muy dura. Sea contra quien sea. Sin Terry y Meireles, se rompe la columna vertebral de este equipo. Sumando la baja de otros huesos como Ivanovic y Ramires, nos queda un equipo Blue a hilar con un alfiler muy fino. Roberto di Matteo ha mostrado su capacidad para adaptarse al rival, pero una final es un único partido sin opción de rectificar si te equivocas en el planteamiento. Partidos de los que definen a un entrenador. Por lo de ahora, todo el mundo piensa que eres mejor que Villas-Boas. Nadie habría apostado por ello hace poco. Queda el broche. Cumplir y demostrar que tiene un estilo propio. Dime como juegas y te diré quien eres.
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