La vida de Antonio Adán Garrido transcurría felizmente. Desde que era un niño su sueño era defender la portería madridista, y cada paso que daba le iba acercando a ese objetivo. Su excelente trayectoria en los conjuntos filiales del Real Madrid le había llevado a recorrer también todas las categorías inferiores de la selección española, proclamándose campeón de Europa sub’19 en 2006. Las posteriores salidas del club de Codina y Dudek le convirtieron en tercer y segundo portero respectivamente. Por méritos propios, estaba llamado a ser el heredero de Iker Casillas y el guardameta del Madrid del futuro.
Sin embargo, la esperpéntica historia ya conocida por todos, que tuvo a Casillas, Diego López, Mourinho y el propio Adán como protagonistas, hizo que los sueños del joven cancerbero madrileño se esfumaran en un abrir y cerrar de ojos. Humillado y vilipendiado públicamente por el técnico portugués, víctima del conflicto entre éste e Iker, su carrera en el club de Concha Espina estaba acabada.
Por desgracia, su salida del Santiago Bernabéu no iba a suponer el final del calvario. Tras haber puesto fin a su relación contractual con la entidad blanca, Levante y Málaga mostraron cierto interés por hacerse con sus servicios, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto y el canterano merengue se quedaba sin equipo. Después de varios meses de inactividad, teniendo que realizar entrenamientos en solitario para no perder la forma, el Cagliari italiano llamó a su puerta y el pasado mes de noviembre decidía enrolarse en las filas del club sardo. Buenas noticias a primera vista, un simple espejismo en realidad.
Y es que, de nuevo, las cosas iban a salir al revés. El técnico uruguayo Luís Diego López no llegó a confiar en él en ningún momento y tan solo le concedió la oportunidad de disputar un par de encuentros, en los que la suerte le fue esquiva y los errores le condenaron al banquillo. Ante semejante panorama, la rescisión del contrato parecía la única solución y, tan solo 69 días después de firmar con el club italiano, ponía fin a su aventura transalpina. Una nueva piedra en su camino.
Pero si hay algo que le ha caracterizado a lo largo de su trayectoria profesional, ha sido la confianza en sí mismo, la capacidad de no bajar nunca los brazos y seguir luchando para triunfar en el mundo del balompié. Con esta actitud por bandera, ponía rumbo a Sevilla en busca de la felicidad y la sonrisa perdida, fichando por el Betis. La elección no podía ser mejor.
Adán nunca ha dudado de que con trabajo, lucha y sacrificio, unido a su talento natural para evitar goles, el éxito y los resultados acabarían llegando. Desde el primer día, el técnico argentino Gabriel Calderón le ha dado total confianza colocándole como titular indiscutible en una portería que desde la marcha de Adrián San Miguel el pasado verano estaba huérfana, ya que tanto Sara como Andersen, sustitutos del meta andaluz, no han dado en ningún momento el nivel que se espera de un futbolista de primera división.
Pese a la delicada situación del equipo, tanto la hinchada como el club están sabiendo reconocer el gran trabajo que está desempeñando el nuevo arquero del Benito Villamarín. Con tan solo 10 partidos disputados defendiendo los colores verdiblancos, se ha convertido en uno de los favoritos de la afición bética gracias a las excelentes actuaciones cosechadas en los últimos encuentros, manteniendo a cero el casillero rival durante (hasta el momento) 3 partidos consecutivos. Como premio a este gran momento de forma y conscientes de que han encontrado una joya, la directiva le ofreció la renovación hasta 2017 y el acuerdo se rubricó en cuestión de minutos. No hay nada mejor como estar donde a uno le quieren.
Mención especial merece el impresionante partido que realizó frente al eterno rival en la ida de los octavos de final de la Europa League en el Sánchez Pizjuán. A los diez segundos de comenzar el derbi europeo le sacó de manera inverosímil un mano a mano a Bacca. Minutos después y de nuevo con los mismos protagonistas, el guardameta volvía a salvar a su equipo repeliendo un remate a bocajarro del ariete colombiano. Y para concluir la exhibición, de nuevo salía victorioso en la suerte del uno contra uno después de evitar un tanto de Reyes que ya se cantaba en las gradas. Todo un recital por parte de Adán, que salió de Nervión como un héroe y que a la postre resultó crucial para obtener la victoria por 0-2 y encarrilar de manera casi definitiva el pase a los cuartos de final.
La situación en la competición local es radicalmente opuesta. Al conjunto de Heliópolis se le agota el tiempo, pero en las últimas fechas el equipo ha reaccionado tímidamente. Los fichajes de invierno han supuesto un revulsivo para una plantilla que se aferra con uñas y dientes a la categoría. Si el equipo aún se mantiene vivo es, en gran medida, gracias a un Adán que ha recuperado la sonrisa y ha vuelto a sentirse futbolista.
La esperanza es lo último que se pierde. Con él bajo palos, hay un poco más de esperanza.
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