Buen resultado. Ése podría ser el resumen escueto y perfecto para lo vivido anoche en el Bernabéu. Un equipo fiel a la filosofía de su entrenador frente a otro dispuesto a renunciar al suyo con tal de plantarse en Lisboa. ¿Adaptación, supervivencia, renuncia o condena?
El Bayern salió a jugar al famoso «tiki taka» que Guardiola instauró hace unos años desde Can Barça. El Real Madrid, con sus dos máximas estrellas al borde del KO, replegó velas y utilizó el 4-4-2 que tan buen resultado le dio en la final de Mestalla. El resultado deriva del pragmatismo extremo: gana quien meta la pelotita en la red. Y ése, fue el equipo de Concha Espina y no el muniqués. Carlo «La Cabra» Ancelotti volvió a dar hierba para correr al rival y a comer para los suyos. Pero ya no es la hierba del equilibrio sino de la compactación. Le volvió a salir bien, cierto. Pero utilizar la táctica, que ayer mismo mencionaba del quiróptero, no siempre será la solución, aunque parece ser la suya para los equipos de pelota para allí, pelota para allá.
Soy de los que piensan que tener un «plan B» debe ser religión dentro del cráneo de un entrenador. La fe ciega en unas ideas, sin mirar a los lados, puede ser igual de peligrosa que la renuncia a un estilo. Guardiola ya dio síntomas de un fundamentalismo absurdo respecto a su idea de mover el balón. Respetable, como también lo es la libreta de Mourinho o los cambios de timón del italiano. Pero insisto, peligroso. Anoche otro ejemplo. Cambiar cromos en el campo no implica variar una idea de juego.
Como ya he dicho tantas otras veces, ¿cuántas veces ha tenido que recurrir Del Bosque a Navas para abrir el campo y buscar otra alternativa al toque infinito para penetrar en las defensas rivales? Es evidente que cuando en el campo hay figuras como las que anoche pisaban el césped del Bernabéu, las oportunidades, lo normal, es que lleguen solas. A punto de aguar la fiesta blanca estuvo Götze en la única clara ocasión de los alemanes. Pero dudo que el Bayern o cualquier equipo grande pueda permitirse vivir de la renta inspiradora en una acción concreta del partido. Debe haber algo más.
Varios medios apuntaban a excusas como el haber ganado la Bundesliga «antes de tiempo» y haber bajado el nivel competitivo a estas alturas de temporada. Recelo y reniego de esas argumentaciones. El cuerpo lo mueve el cerebro. Y éste, es un músculo que nunca se cansa si sabes tenerlo activo. Y ahí, es donde ganó la batalla Ancelotti. En cerrar espacios. Dejarlos a su mínima expresión desesperando a jugadores y cuerpo técnico que veían cómo pasaban los minutos sin saber como morder al rival. Eso sí, al aficionado blanco, también le insufló una buena dosis de calentamiento de nalgas en la primera parte a pesar de que las ocasiones más claras fueron para ellos.
¿En Munich se verá otro partido? La lógica y la inercia dicen que el Bayern saldrá avasallando para conseguir el gol lo antes posible. Si no ocurre nada extraño, Cristiano Ronaldo y Bale, estarán a tope. Las espaldas de los laterales alemanes serán, una vez más en los equipos de Pep, el punto débil de esa defensa que, en el centro, adolece de una lentitud supina partiendo de los pies de Dante y Boateng. Coentrao puede dar fe de ello.
Un plan «B» siempre es necesario. Las alternativas son supervivencia. Y, finalizando abril y mayo entrando, sobrevivir es lo único que les queda a ambos equipos. El Real Madrid, guste la idea o no del planteamiento italiano, lo tiene. ¿Lo buscará de una vez Guardiola o seguirá fiel a sus creencias? Tal vez debamos preguntarle a su amigo Beckenbauer.
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