Probablemente esta haya sido la frase más coreada por los seguidores deportivistas tras el encuentro disputado el pasado sábado en Riazor. A pesar de un inicio desolador, el reloj marcaba las 22:20 y el Deportivo de la Coruña iba perdiendo por tres goles de diferencia, el equipo supo rearmarse y plantar cara al que un día fue el todopoderoso Barcelona.
Pizzi se erigió como líder del cuadro gallego, respaldado por un inconmensurable Álex Bergantiños, quien parece haber vuelto a recuperar su puesto en el once inicial de los herculinos, sin olvidar la importancia del trabajo defensivo realizado por Carlos Marchena.
Los de Oltra lograron meterse en el partido e intentaron por todos los medios darle la vuelta a un marcador adverso, hasta el punto que los jugadores blaugranas terminaron pidiendo la hora al colegiado.
El arreón del Dépor tras el descanso puso en aprietos a los pupilos de Tito Vilanova, que se vieron encerrados en su área en los últimos compases del encuentro.
Independientemente del resultado -desfavorable-, el Deportivo sale reforzado de un choque en el que,a priori, era el claro perdedor. El equipo demostró que puede plantarle a cara al líder de Primera División.
Sin duda, estamos ante una victoria moral que puede marcar el devenir de los próximos choques. Conseguir los tres puntos frente al Celta es crucial para salir de la zona peligrosa de la tabla.
Tras la imagen mostrada frente al club culé, el derbi gallego no podía llegar en mejor momento.
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