A raíz de un comentario que llegaba al artículo de mi compañero Daniel Pose, «La importancia de la formación en el fútbol base», resonaron en mi cabeza las cuatro palabras que más veces escuché en las clases de psicología del Curso de Entrenador de Fútbol Base: formar y educar futbolistas. «Sois entrenadores y educadores, no lo olvidéis, estáis formando futbolistas, pero también personas.» Íntimamente relacionado con esto, Jose nos contaba la siguiente historia al respecto.
Buenas tardes, Daniel.
He estado leyendo el post sobre «La importancia de la formación en el fútbol base» y quisiera comentarte como padre de dos niños y aficionado al fútbol, un detalle que paso en un torneo celebrado hace escasas semanas.
En dicho torneo participaron una serie de equipos, donde los primeros partidos se jugaron a tiempo corrido de 20 minutos sin descanso, hasta llegar a semifinales donde ya se completaba un partido completo de dos tiempos de 20 minutos, así hasta la final. El sistema de competición no me quejo, pero si veo que el torneo está claramente orientado a conseguir fondos, que tampoco es algo que vea mal, dada la situación financiera en la que estamos inmersos, pero, hay algo que si me llegó al fondo del alma y es ver tres niños del equipo ganador cabizbajos y medio llorando. Al pricipio me costó entender que les sucedía, pues deberían estar radiantes de alegría al ver a su equipo campeón del torneo, pero al poco me di cuenta de lo que había sucedido. En este torneo, se premiaron además del conjunto o equipo, se premió la regularidad de ciertos jugadores, como mejor jugador, mejor portero y mayor goleador y mi pregunta ¿Y el resto de niños qué? Quizá una pequeña medalla, de estas que en el Decathlon no cuestan más de 2 Euros, pues hubieran crecido su ego para seguir mejorando año tras año, pero realmente lo que vi, es su cara de desilusión mirando a sus compañeros que radiantes de alegría se llevaban un trofeo para su casa y ellos tendrian que compartir el que se llevaría el conjunto que en la mayoría de los casos, ni lo llegan a ver, puesto que termina en el club o en manos de alguno del conjunto que se hace el despistado (esto por que lo he sufrido yo en mi años de futbolista)
Creo y considero que los organizadores de los torneos, deberían tener un poco más de psicología y en caso de entregar trofeos al mejor jugador, al que más goles a marcado o al mejor portero, deberían tener un pequeño detalle con el resto de la plantilla, porque no hay buen portero sin una buena defensa, ni hay un buen goleador sin una buena conjunción de un equipo. En esta caso estoy hablando de niños de escasamente 6 años y aunque fueran 10 o más, se debería tener más psicología con la intención de crecer su autoestima e inculcarles que el mejorar tiene un premio, pero todos no solo unos cuantos.
En este torneo el unico buen recuerdo que me llevo es que todos los equipos participantes han recibido un premio por su participación.
Gracias por leerme y espero no ver llorar mas a un niño en un campo de futbol.
A la hora de iniciar a los niños en el fútbol, es fundamental tener presente que no solo se están formando jugadores, sino que también se están formando personas. Los valores que se le inculcan sobre el campo a un niño de seis años no solo determinarán su forma de jugar al fútbol (si es que continua practicando este deporte), sino que afectarán a su forma de ser y a sus ideales una vez entre en la etapa de maduración. Por ello, es imprescindible que el entrenador de las categorías inferiores de un equipo sepa ejercer bien tanto las labores propias de su puesto como las de educador. No es raro encontrar casos de preparadores que están capacitados para realizar de forma correcta su trabajo con un conjunto de adultos, pero no tiene las dotes necesarias para tratar con niños.
Entrenadores de cadetes que se enfadan porque sus jugadores progresan: dos jugadores son llamados por los juveniles y, en lugar de alegrarse por su avance, protestan porque sin esos dos futbolistas les será más difícil conseguir un buen resultado el domingo. Lecciones lamentables para los niños, que a estas edades tienden a imitar y absorber los comportamientos cercanos. Así, no.
Si bien el caso que nos cuenta Jose se escapa del rango de alcance del entrenador, pues la decisión de no entregar un trofeo a cada miembro del equipo ganador es algo acordado por la organización del torneo, habla mucho de lo poco concienciada que está alguna gente en este sentido. Aunque parezca extraño para aquel que en ahora mismo esté pensando «todo esto cae de cajón», os resultaría sorprendente la cantidad de personas, dirigentes y entrenadores incluidos, que anteponen los resultados al buen juego de equipo, así como a otras características que se deberían fomentar a la hora de formar jugadores jóvenes. El objetivo de cualquier entrenador que esté dirigiendo a un equipo formado por niños debe ser el mismo: formar y educar futbolistas.
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