Kahn, Lizarazu, Effenberg, Scholl, Elber… En el Estadio Olímpico, frente al siempre todopoderoso Real Madrid. ¿Te acuerdas? Aquellos fueron los partidos que me hicieron amar la Champions League. ¡Si hasta Anelka se dignó a marcar un gol en aquellas eliminatorias! Eso es una clara prueba de que esos partidos son impredecibles. Que se lo digan a Roberto Carlos y a Makaay, protagonistas de uno de los goles más fulgurantes que recuerdo, a los 7 segundos. Partidos de hombría, de dureza, donde se separaba a los hombres de los carretillos de mano.
Hoy tenemos otra edición de esos partidos. Cierto es que la magia del Estadio Olímpico no estará presente, pero el Allianz es un campo mucho más caliente incluso. Gradas muy cercanas al campo, y una estructura muy cerrada que permite que el sonido se concentre. Cierto es que ya no está Effenberg, aquel centrocampista con cara de oficial militar con muy malas pulgas. Ni en la portería estará Kahn, con cara de rottweiler, siendo capaz de pararlo todo y de repente en el momento más inoportuno fallar. Ni Elber, delantero que era capaz de marcarte un gol con media ocasión. Scholl corriendo por banda y llegando al rechace tampoco estará presente.
Quizás sea cosa mía. Aquel Bayern de Munich para mí fue algo genuino, temible y espectacular en rendimiento. El Bayern de hoy, siendo un equipazo (llegar a las semifinales de Champions no es moco de pavo) que ya hace dos años jugaron la final frente al Inter de Mourinho, no tiene esa aureola de terror. Ya no hay jugadores como Effenberg que daban miedo sólo con mirarle a la cara. Bueno, quizás a Ribèry, pero por desagradable, no por temible.
La dureza bávara ha sido sustituida por el toque y la rapidez de balón, con Schwensteiger, Müller, Ribèry y Robben en el centro del campo, y con Mario Gómez que este año mete goles hasta sin querer. Como ya he dicho, un gran equipo, pero no es lo mismo. Y más, teniendo en cuenta que este Real Madrid no es aquel extraño Madrid de los Galácticos, que ahora funciona, ahora no funciona. El Real Madrid lleva todo el año con un rendimiento al máximo, y es en estas citas donde la psicología de Mourinho se pone a funcionar. Los 107 goles han servido como aperitivo y muestra de su capacidad. Ahora viene su verdadero objetivo. La Décima.
Lo de esta noche se presenta emocionante. Es una incógnita saber qué partido planteará el Real Madrid, cómo reaccionará el Bayern, si Robben se quitará esa mala racha en los partidos importantes. Estoy bastante seguro que por antecedentes y capacidad, esta eliminatoria será de las que recordaremos durante un tiempo. Y quién sabe si dentro de un tiempo no estoy escribiendo un artículo como este pero sobre aquel Bayern jugón que se enfrentó al temible Real Madrid de Mourinho…
No Hay Comentarios