La disputa que mantienen actualmente Cristiano y Messi trasciende al mundo entero. Ahora lo vemos normal pero antes de la aparición de estas bestias, era impensable que un futbolista pudiera marcar 50 goles o más en una temporada. Sin embargo, antaño ya hubo uno que lo hacía. Su nombre, Josef Bican, y esta es su historia.
Josef Bican nació el 25 de septiembre de 1913 en la entonces capital del Imperio austrohúngaro, Viena. Desde muy pequeño mamó fútbol. Su padre, František, también fue futbolista y jugó en el Hertha de Viena. Durante un partido, sufrió un fuerte golpe en los riñones que le obligó a dejar el fútbol y poco después falleció. Bican tenía solo ocho años y fue criado y educado únicamente por su madre. Su infancia estuvo marcada por una terrible pobreza. Solía jugar al fútbol descalzo con balones caseros hechos de trapo llamados hadraks, algo que más tarde se atribuyó a su buen control de la pelota.
A los 12 años comenzó a jugar en las categorías inferiores del equipo de su padre y a los 18 pasó a formar parte del equipo más laureado de Viena, el Rapid, que ya ostentaba 10 títulos de liga y 3 copas. Pronto se convirtió en la estrella del equipo que, para retenerlo, le ofreció una auténtica fortuna para la época. En la temporada 1933/34 hizo 29 goles en 22 partidos de liga. Aunque no sirvió para que su equipo ganara el campeonato, el entrenador de la selección nacional de Austria, Hugo Meisl, no lo pasó por alto y lo convocó para la Copa del Mundo de Italia. Conocido como el Wunderteam, el equipo maravilla, era uno de los favoritos del torneo. Sin embargo, fue eliminada por la escuadra anfitriona en semifinales bajo circunstancias sospechosas. Se cuenta que el dictador Mussolini había cenado la noche anterior con el árbitro. Ese Mundial lo ganaron los italianos en una final contra la República Checa, en medio de otro controvertido arbitraje. Se trataba de la edad de oro del fútbol centroeuropeo. La temporada siguiente, descontento con la gestión del club, que no estaba haciendo lo correcto para explotar su talento, decidió probar fortuna en el FC Admira, de la ciudad vecina de Mödling. Allí estuvo dos temporadas y ganó sendas Bundesligas austriacas.
En la primavera de 1937, el Slavia de Praga hizo una suculeta oferta por Bican, que dejó Austria por Checoslovaquia, la tierra de sus antepasados. Con la casaca rojiblanca fue con la que consiguió sus más impresionantes registros goleadores. Después de la anexión de su país natal a en 1938, fue presionado para jugar con el equipo germano. Sin embargo, él se negó y solicitó la ciudadanía checa. Un error administrativo le impidió jugar el Mundial de 1938 en Francia, cuyo vencedor fue de nuevo Italia. En su debut con Checoslovaquia, en agosto de 1938, marcó un hat-trick en la victoria por 6-2 sobre Suecia. Bican anotó ocho goles en sus tres primeros partidos con su selección antes de la ocupación nazi, inactiva durante la II Guerra Mundial. Hitler había decidido que Checoslovaquia había dejado de existir y creó Bohemia y Moravia, como protectorado del III Reich. Bican llegó a jugar en una ocasión en esa efímera selección y, por supuesto, hizo un hat-trick. Se convirtió de esta forma en uno de los pocos futbolistas en jugar para tres equipos nacionales diferentes.
Sus dos primeras temporadas en el Slavia de Praga tuvo que ver cómo su vecino y principal rival, el Sparta de Praga, se alzaba con la liga. Sin embargo, sería Bican el que dominaría la tabla de goleadores. En total, acabaría como máximo anotador de la liga checoslovaca en once ocasiones, frente a una en la liga austriaca. También ganó la Copa Mitropa (1938), para muchos la precursora de la Copa de Europa. En 1940, el Slavia cambió el curso del campeonato nacional y encadenó una racha de cuatro títulos consecutivos. En la temporada 1939/40 hizo 50 goles y en la 1943/44 anotó 57 en 26 partidos de liga, una auténtica barbaridad.
Cuando la liga checoslovaca se reanudó tras la II Guerra Mundial, Bican no había perdido ningún ápice de su mayor virtud, la de golear. Seguía tan prolífico como siempre. Esto llamó la atención del gigante italiano Juventus, un equipo que había perdido el dominio de la década de 1930 con cinco títulos consecutivos, en el denominado quinquenio de oro de la Vechia Signora. Bican declinó la oferta por temor a un alzamiento del poder comunista en el país transalpino. Esto nunca ocurrió, sin embargo, paradojas de la vida, fue Checoslovaquia la que sucumbió al régimen comunista, con el que tuvo varios desencuentros que le llevó a abandonar el Slavia de Praga en 1950. Volvió en 1955 con 42 años de edad y más tarde, con cierto éxito, fue su entrenador. En la década de 1970 se retiró y cayó prácticamente en el olvido, sumiéndose en la oscuridad y la pobreza. No fue hasta 1989, tras la Revolución de Terciopelo y la caída del Comunismo en Checoslovaquia, cuando se restauró la posición del fútbol checo y con él, poco a poco, la figura de Josef Bican. Aunque no totalmente.
El hecho de que sus grandes días como jugador coincidieron con el desorden de la guerra, contribuyen a que permanezca olvidado todavía hoy. Algunos no consideran muchos de sus goles como oficiales para añadirlos al conjunto global. Es una cuestión de lo que se considere partido oficial. Contando todos sus goles, Bican sería el máximo goleador de todos los tiempos, se estima que hizo 1468 goles en 918 partidos. Sin ellos, es Pelé el que tiene ese honor. Oficialmente se le reconocen 805 goles en 530 partidos. Se trataba de un goleador de unas condiciones sobrehumanas. Sin embargo, cuando se piensa en los más grandes delanteros de la historia, es injustamente olvidado. Entre otras cosas, porque él sí fue justo con el fútbol.
1 Comentario
Un héroe del fútbol, cuyos valores podrían fácilmente no desentonar con los de la épica de la mejor literatura clásica griega. Un trabajador humilde, como humilde fueron su cuna y su vida y al que aún hoy no se le ha reconocido lo suficiente todos los valores que lo encumbraron al Olimpo de los elegidos en el mundo del deporte.
Había oído hablar de él pero con este artículo de investigación he podido tener conocimiento más cercano de este gran hombre y gran deportista. Supongo que el premio al mejor goleador del siglo XX, dado por la IFFHS, no hace sino poner un pequeño parche a tantas y tantas heridas abiertas en el deporte supeditado, irracionalmente a los avatares políticos del momento. Debemos cuidar de nuestros héroes por que son las semillas de las que luego brotados. Mi enhorabuena a Jesús por haber rescatado a este «Gran Hombre» del anonimato.
Gracias y hasta luego