Desde que en la Eurocopa de Portugal una selección atípica se proclamó campeona de Europa, flota en el ambiente una cierta sensación de déjà vu cada vez que vuelve a clasificarse para una fase final. El espíritu guerrero del 2004 permanece intacto en una escuadra que nunca enamora pero siempre compite. Y es que cuando llega la hora del sorteo jamás se sitúa entre las favoritas, de la misma forma que nadie la desea como rival de grupo. En Brasil, de nuevo, volverán los guerreros. La misma Grecia de la última década. La misma Grecia de siempre.
Diez años más tarde, Giorgos Karagounis y Kostas Katsouranis formarán parte, al igual que en la cita portuguesa, de la expedición que viaje a Brasil. Georgios Samaras y Dimitris Salpingidis también parecen ya de la familia, ambos coronados con esa aura única e inconfundible que rodea al héroe heleno. Y junto a ellos, un delantero llamado Kostas Mitroglou ante su primera fase final.
El nuevo punta del Fulham ha completado una recta final de 2013 verdaderamente antológica. Sus cifras goleadoras con Olympiakos en liga y Champions le han catapultado hacia la Premier League, si bien su nuevo equipo no atraviesa un buen momento y se encuentra en serio peligro de descenso. Pero también con su selección ha hecho historia, anotando tres de los cuatro goles a Rumanía en la repesca. Buena parte del éxito en la clasificación para Brasil cabe atribuírsela a su olfato de gol.
Mitroglou es un delantero corpulento y que sabe desenvolverse en el área. Su capacidad para ganar la posición a los centrales es una de sus mejores virtudes pero también sabe vivir al borde del fuera de juego, sincronizando a la perfección sus arrancadas con los pases que le puedan facilitar sus compañeros. Los ejemplos más claros los brindó en las acciones del 1-0 sobre Rumanía en la ida y en la vuelta, leyendo maravillosamente las asistencias de Salpingidis y Karagounis.
Además, Mitroglou encaja a las mil maravillas en el dibujo de Fernando Santos. Su escaso aporte en cuanto a trabajo defensivo le hace desgastarse poco en labores oscuras y conservar fuerzas para cuando llegue su momento. Un momento que puede tardar 10, 20, 30, … incluso 70 minutos en llegar. Pero no le importa, su paciencia le permite permanecer alerta y beneficiarse de cualquier balón que ronde el área, ya venga de un centro de Karagounis, una ruptura de Torosidis o Cholevas por banda o una jugada confusa con rebotes. Los centrales contrarios harían mal en fiarse de su aparente apatía en ciertos tramos de partido; en el momento en que la pelota se acerque él sabrá cómo ganar la posición para perforar la portería rival. Su instinto le suele colocar en el lugar más adecuado y su capacidad de remate hace el resto. Una gran incorporación para la selección griega, que supone un salto de calidad importante para un equipo muy entrado en años.
Y es que echando un rápido vistazo a lo que exhibirá Grecia dentro de apenas tres meses, se puede concluir que Mitroglou será la única diferencia relevante con respecto a la selección que tan meritoriamente alcanzó los cuartos de final de la última Eurocopa. Dos laterales como Torosidis y Cholevas con capacidad real para atacar pero cuyo desempeño dependerá en gran medida de la actitud del bloque. Un mediocampo formado por Tziolis como ancla y Maniatis con más libertad para apoyar en ataque, aunque con escasas aptitudes para que este apoyo se traduzca en riqueza ofensiva. Samaras por izquierda y Salpingidis por derecha continúan asumiendo la ardua tarea de conseguir profundidad para Grecia, mientras que la última plaza de centrocampista se la disputan Karagounis y Katsouranis. Será complicado a sus 35 y 37 años respectivamente verlos jugar juntos de nuevo. De hecho, resulta preocupante no encontrar nuevos centrocampistas que puedan ocupar demarcaciones en la parcela central del mediocampo; hace tiempo que han desaparecido de las alineaciones de Fernando Santos promesas como Ninis o Fortounis, que tan alto apuntaban.
Pero, a pesar de todo, los guerreros de Grecia volverán a pelear al máximo. El grupo C no es el más complicado que les podía haber caído en suerte y probablemente contarán con ciertas opciones de ganar ante sus tres rivales. Una Colombia superior pero golpeada por la casi segura ausencia de Falcao, una Costa de Marfil con buenas individualidades pero con poco juego de conjunto y una Japón capaz de rayar a gran nivel pero que sufrirá para correr detrás de Samaras o Salpingidis.
Aun con todo, Grecia no es favorita para llegar a octavos. Y está bien que sea así. Sus opciones siempre parten de su teórica inferioridad y, aunque ganar el mundial no está a su alcance, no se puede descartar que le den un disgusto a más de uno. Esta vez sí será la última para el gran Karagounis y quizás también para Katsouranis. En cambio, Kostas Mitroglou debutará en una Copa del Mundo a sus 26 años. En su instinto y en sus goles puede estar esta vez la clave del éxito. Aunque el verdadero secreto de Grecia no es otro que su carácter y su estilo de siempre, tan odiados como dignos de admiración.
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