El Bayern de Munich, el de Guardiola, cerraba este martes su clasificación para los cuartos de final de la Liga de Campeones frente al Arsenal inglés. Tras el 0-2 de la ida, el equipo bávaro monopolizó la posesión del balón y escondió el esférico a los londinenses, dejando la sensación de no querer acabar con el cuero entre las redes a menos que fuera absolutamente inevitable. El empate a uno final ofrecía la clasificación con holgura a los muniqueses, que ya están entre los ocho mejores de Europa. Sin embargo, a pesar de superar a uno de los equipos más fuertes del bombo de «segundos» (junto con Manchester City) y continuar su marcha triunfal por Europa como equipo que asusta, no todo fueron elogios para los alemanes ni, en especial, para su entrenador, Pep Guardiola.
El técnico de Santpedor, enfermo insaciable del fútbol y trabajador inagotable, es además un enamorado de los principios de este deporte que se sustentan sobre la posesión y el buen trato del balón. Principios que, en la noche del martes, pareció decidido a aplicar para defender la renta de su equipo. Lejos de defender como defenderían la mayoría de los entrenadores —con el autobús en el área—, Pep hizo que su equipo sobara la pelota hasta la extenuación, sin la necesidad de entrar en un intercambio de golpes con el Arsenal que podría haber puesto la eliminatoria al rojo vivo. La máxima cruyffista de defender con la pelota en los pies para evitar así los ataques del rival fue llevada a cabo hasta la desesperación. El plan funcionó al míster catalán y no sólo por la clasificación para la siguiente ronda. Funcionó sobretodo porque el conjunto de Wenger pareció desconectado del encuentro, viendo correr el balón y tras él, las imponentes figuras de los jugadores alemanes. No tuvieron los londinenses ninguna oportunidad de engancharse al encuentro ni a la eliminatoria.
Pero no todo son rosas para este equipo, para esta plantilla y para este técnico. El más crítico con la actitud conservadora en el partido del Allianz, fue una leyenda del fútbol y del equipo germano. Franz Beckenbauer declaró su pesar por el juego de posesión desplegado, aludiendo al mejor Barça de la historia y comparando el juego de su equipo con la capacidad que tenía ese Barça de Pep para aburrir al espectador. Esto último es algo en lo que Franz y yo no estamos del todo de acuerdo.
Cuando eres el presidente de honor de un club tan laureado y además has sido un jugador tan importante en la historia del fútbol, sabes a ciencia cierta que cualquier comentario que hagas será tomado casi por verdadero, por la autoridad que se le concede a un ex-jugador de su talla y por la sabiduría que se le presupone a una persona de su edad. Eso y tomar a chiste un sistema de juego que ha demostrado ser muy válido como propuesta estética dentro del juego y como medio para conseguir títulos, es casi una aberración.
Es cierto que no todo el mundo tiene por qué estar de acuerdo con la forma de entender el fútbol de Pep, ni a todo el mundo tiene que gustarle. De hecho, generalizando, es sencillamente natural que dos seres humanos tengan una visión distinta sobre una misma cosa. Pero parece de risa que alguien tan próximo a la entidad saque esos defectos de un equipo que es el temor de Europa no sólo por lo conseguido el año pasado, donde a nivel de títulos llegó a la perfección y a nivel de juego estuvo más que excelente; sino por lo que está haciendo también en esta, donde avanza a ritmo indómito en la liga (aventaja en 20 puntos al segundo), es semifinalista de copa y está entre los ocho mejores de la Champions. Y no sólo eso, está jugando un fútbol que raya a veces lo sublime.
Y es que la llegada de Guardiola ha propiciado un cambio en el juego de los alemanes, pero sin abandonar algunos conceptos que el conjunto dominaba a las mil maravillas el año pasado, cuando lo conquistó todo de la mano de Jupp Heynckes. Podríamos decir que Pep, con su filosofía futbolística y su creencia en un modelo, ha conseguido mejorar la perfección —si es que eso es posible—. Al menos, en tanto en cuanto al juego se refiere. Que lo certifique con títulos está por ver, pero sin duda está en el buen camino para ello. ¿Qué más necesita Beckenbauer?
Volviendo sobre las palabras del ofuscado Franz, cabe decir que sus declaraciones entran a valorar un partido donde lo importante no era ganar, sino pasar de eliminatoria sin correr riesgos. De eso trató el partido, eso buscó Pep y eso fue lo que interpretó el equipo como necesario. Dice el presidente de honor que acabarán aburriendo pero a mí, particularmente, no me parece que el Bayern aburra, ni creo que acabe por hacerlo, como tampoco nunca me aburrió el dominio abrumador que tenía de los partidos el Barça que Pep dirigía. Todo lo contrario: me maravillaba la facilidad que tenían para enlazar pases y controlar el juego, la magnífica coordinación en los movimientos y la casi insultante pomposidad de un juego tan adornado como útil. Ahora, la forma en que el Bayern aúna su estilo clásico alemán con el gran despliegue de fútbol control made in Barça, es también un aliciente inmejorable para los que gustamos de ver buenos partidos de fútbol.
Realmente pienso (y estoy casi seguro de ello) que si el Bayern hubiese necesitado ganar el martes no habría tenido ninguna dificultad para, a partir de ese sistema y esa forma de jugar, haber alcanzado el objetivo de hacer más daño en la portería rival. Es por ello que no comprendo bien las declaraciones de Beckenbauer, ni su forma tan rancia y tan simplista de valorar un sistema y una forma de jugar de manera tan general por un momento puntual de la temporada. ¿Acaso los resultados del Bayern no son lo suficientemente satisfactorios? ¿Acaso el juego desplegado no es el adecuado? ¿Tiene fundamento ese «se la pasan hasta en la línea de gol»?
A veces el fútbol es tan caprichoso que ni el más grande de los equipos puede verse eximido de tanta crítica feroz. Otras veces la suspicacia es tan insoportable que viene de donde menos uno la espera. En este caso es llamativa por eso mismo: por quién dirige dicho vituperio y por hacia quién va dirigido. Yo, que cada vez que veo el despliegue futbolístico de este Bayern me hacen los ojos chiribitas, sólo puedo desaprobar las palabras del Káiser. La «desgracia» que tiene el Bayern con semejante entrenador y con semejante capacidad para dominar un encuentro a su antojo ya la quisieran para sí el 95% de los equipos del continente.
Solidaridad por ellos, Franz.
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