En el minuto 75 del pasado Athletic de Bilbao - Real Madrid, Cristiano Ronaldo fue expulsado por agredir a un contrario, con la consiguiente sanción de tres partidos en los que no podrá jugar contra Villareal, Getafe y Elche.
Le ocurrió a Cristiano Ronaldo, así que supongo que habrán visto la repetición de la jugada hasta la saciedad, junto con la avalancha de opiniones de medios de comunicación, entrenadores, jugadores, árbitros, etc. Para algunos, el jugador merengue cometió una agresión y pagó por ello; otros muchos hablan de injusticia y opinan que se necesita más para expulsar a un jugador del terreno de juego. A ello se une la indignación que los medios de comunicación dicen sufrir en el club madrileño por la imposibilidad de contar con el delantero portugués en los siguientes tres partidos de Liga, rozando el límite para que no hubiese podido disputar las semifinales de copa ante el sobresaliente Atlético de Madrid.
Derivan entonces otras preguntas y opiniones en cuanto a la sanción de tres partidos para Cristiano Ronaldo: un partido por la agresión y dos por el gesto al cuarto árbitro, acusándole de “tener mucha cara” en detrimento del madridista. ¿Se dirigía al cuarto árbitro realmente? ¿Es peor entonces hacerles un mal gesto a los árbitros que agredir a un rival? ¿Están los árbitros más por la labor de protegerse a sí mismos que a los futbolistas? ¿Tan acosados están para tomar estas medidas en señal de autoridad? La realidad de los hechos nos contesta a estas preguntas que sí, y también que no. La resolución ha sido, por un lado, los tres partidos de sanción mencionados a Cristiano Ronaldo y, por otro lado, Ayza Gámez, el árbitro del partido en cuestión, estará un mes en la nevera por su mal arbitraje. Estarán de acuerdo en que algo se contradicen estas dos decisiones ¿no?
Un despropósito continuo desde el minuto 75 en el nuevo (y precioso) San Mamés. Error en los manotazos de Cristiano a Gurpegui e Iturraspe. Error en la exageración de Gurpegui. Error en la llegada encarándose por parte de Iturraspe. Error de Ayza Gámez. Error del Comité de árbitros en las sanciones. Pero, por la parte que me toca, hay un error por encima de todos, cometido por la prensa deportiva de España. Ya sabemos que el morbo vende y, si en vez de Cristiano Ronaldo, la misma acción la comete Manucho en el mismo escenario tres jornadas antes, no hubiésemos visto nada más allá de una expulsión en un partido de fútbol.
Hasta aquí la realidad que hemos comprobado. Ahora, comento mi utópica solución: que Cristiano no hubiese cometido esa acción. Incluso a mí me da la risa, pero termina de reflexionar conmigo. Mi solución a todas estas incógnitas y opiniones contrastadas es el «fútbol». Fútbol en su sentido literal, por el que solo debería importar el «balón en el pie». Y es justo esto lo que Ronaldo (y el resto de jugadores) debería tener en la cabeza en jugadas así; es decir, tuvo oportunidad de haber luchado un balón para su equipo, en cambio levantó la mano para reclamar… no se sabe qué reclamaba y se desentendió de la jugada. He tomado como ejemplo a Cristiano porque ya que la repercusión mediática le sirve para ganar un Balón de Oro, también le debe perjudicar para que le exijamos en su fútbol. Las siguientes imágenes reflejan lo que intento transmitir. Se trata de la propia jugada en que Cristiano Ronaldo es expulsado y del siguiente partido copero contra el Atlético de Madrid, en el que una vez más deja pasar a balón y rival por delante de sus narices sin oposición alguna.
Balón dividido entre Gurpegui y Ronaldo, este se queda quejándose y viene la trifulca. El otro ejemplo: contra el Atleti, Arbeloa pierde el balón con Miranda y Ronaldo no hace movimiento alguno por intentar siquiera presionar al defensa colchonero. No sé si lo recuerdan, pero esa jugada acaba con pase de Miranda a Diego Costa, que recibe falta de Pepe, descolocado en el campo, por la que recibe tarjeta en otro capítulo protagonizado por los defensas y Diego Costa —que da para otro artículo—. He aquí mi utopía, pero creo que Ronaldo podía haber evitado fácilmente las tarjetas de ambos ejemplos con tan solo haber intentado ir a por la pelota y centrarse en lo importante: «el balón en el pie». Me he servido de este ejemplo con la sola intención de comunicar mi desagrado ante el hecho de que ningún medio de comunicación ha ofrecido una opinión sobre lo sucedido que hablara de una solución, y mucho más lejos, que hablara de fútbol. Mucho se puede leer ahora sobre el fútbol moderno, ese en el que Arbeloa no tiene cabida por no saber atacar. En el que se buscan centrales que sepan jugar la pelota y centrocampistas que marquen goles. Pero, en cambio, se permiten delanteros que no trabajen en robar un balón para el equipo. Quizás este fútbol moderno lo que debería buscar son jugadores que se dediquen a su trabajo: jugar. Quizás eso evitaría errores de todos los involucrados en las jugadas que más gustan a la (mala) prensa española.
Así pues, para que no conste como otra parrafada tintada por los colores de un equipo, este artículo fue escrito por un seguidor del Real Madrid pero, más importante, este artículo fue escrito por un seguidor del FÚTBOL.
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