El mundo del fútbol es un constante volcán de sentimientos, una escalera de metro en hora punta que no espera por nada ni por nadie y si te duermes te vas a la cuneta. Cuando vienen mal dadas en nuestros equipos solemos mirar hacia abajo, con la esperanza de que un jovencito que aún no ha terminado ni la Educación Secundaria nos salve de los problemas. Somos así de románticos y de nostálgicos… o de estúpidos.
Pero la verdad es bien distinta y las prisas sólo hay que exigírselas a los profesionales, los que cobran gran parte del presupuesto del club, y no a un chico que apenas está cobrando para comprarse unas botas o un bono de autobús. Somos demasiado incrédulos al pensar que mañana en nuestro equipo va a aparecer el nuevo Butragueño, que nuestro míster va a ser aquel gurú como fue Guardiola al sacarse de la manga dos o tres jugadores del juvenil y ponerlos en primera línea de fuego a jugar partidos europeos y que la jugada salga bien. Esto no pasa todas las temporadas.
Los cracks salen cada cierto tiempo y, lo más importante, no todos salen de la misma forma ni en el mismo progreso. El ejemplo de Canales es uno de ellos; un chico joven que despuntaba en el Racing de Santander, fichado prematuramente por el Real Madrid, que sin sitio en la plantilla se marcha al Valencia donde, entre lesiones y malos partidos, no ha sido ni la sombra de lo que es. Viendo que tampoco puede rendir ahí se marcha y llega a la Real Sociedad, donde espera encontrar su sitio, tener la continuidad soñada y volver a hacer aquello de lo que seguro no se olvidó de hacer, jugar bien al fútbol. ¿Volverá a ser un grande?
La otra cara de la moneda la podemos ver en el ejemplo de Álvaro Negredo. Salió de Vallecas y de Valdebebas también por la puerta de atrás —triunfando en las categorías inferiores—, se le dio una temporada en el primer equipo pero la competencia era voraz y acabó cedido a un recién ascendido, el Almería. Cualquiera podría pensar que seguiría los pasos de los Portillo y compañía; lejos de eso, el vallecano marcaba goles y más goles, el Sevilla se fija en él y sólo hace mejorar, llega a la Selección Española y esta temporada firma por el City, donde es totalmente imprescindible. ¿Alguno tendría dudas ahora de que Negredo es un firme candidato a ser el 9 de España en Brasil? ¿Alguien dudaría que en Este Real Madrid no desentonaría nada?
Dos casos opuestos; a veces los cracks no llegan del filial a la gloria, sino que necesitan una adaptación, un progreso, cada uno el suyo: Cesiones al extranjero, codearse en equipos modestos para sentirse importantes… El que sea bueno emergerá y volverá a llamar a las puertas del club a base de pelotazos; el que no, irá reduciendo su caché y bajando de divisiones con la etiqueta de «crack prematuro», del que pudo ser y no fue. No todos crecen igual, no todos tienen que llegar a ganar el Balón de Oro.
Por eso pido calma cuando escucho hablar de Jesé —el tema de moda—; Raúl sólo hubo uno, este es Jesé Rodríguez y su historia la escribirá él y sólamente él. Veo a todos esos charlatanes de tertulias que piden y exigen a gritos, como el padre que zarandea al entrenador para que ponga a su hijo. El talento emerge solo, así que sólo dejen a esos chicos jugar, jugar y jugar. Porque si sale otro chico de Fuentealbilla para meterla sin piedad al fondo de las mallas y darnos de nuevo la gloria será por su trabajo y su esfuerzo, no porque nosotros lo exijamos. Dejemos que todo siga su curso natural.
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