Santander, a 31 de enero de 2014, Día de la Liberación.
Escribo estas líneas con mano trémula tras los sucesos acaecidos ayer y durante el transcurso de esta mañana en ese campo de batalla llamado El Sardinero, donde siempre luchamos con honor y bravura por esa pequeña patria llamada Racing. El Racing, el de nuestros abuelos, el Viejo, ha sido por fin liberado del yugo de quienes ocuparon mediante triquiñuelas las entrañas y el gobierno de nuestra querida pasión. Por fin, los aficionados podemos mirar hacia delante, hacia un futuro que nos ilusione y nos garantice que podemos seguir siendo lo único que hemos pretendido ser durante todo este tiempo: racinguistas.
Han sido años de luchar contra el oleaje y las corrientes que llevaban a nuestro club a la deriva, para terminar encallando en los arrecifes de la Segunda B. Años de buscar víveres en forma de permanencias deportivas y extradeportivas, con los que alimentar nuestra maltrecha ilusión, que cada vez lucía más famélica. De aferrarnos a las rocas de 1913 soportando la resaca de la refundación. Hoy, henchidos de orgullo y dignidad, contagiados por la plantilla (o quién sabe si fue la plantilla quien se contagió de la afición) remando para llevar la trainera a favor de corriente, vemos salida de la tormenta.
No nos llevemos a engaño, lo ocurrido ayer en El Sardinero no fue el final de la guerra. Como la batalla de Stalingrado durante la Operación Barbarroja, lo de ayer se presenta a todas luces como un punto de inflexión. El momento a partir del cual, los miembros de esta humilde pero gigantesca patria llamada Racing tomamos de nuevo las riendas de nuestro destino común. No será fácil, pues las deudas y los problemas económicos siguen ahí. Y, además, los agresores no pueden, ni deben quedar impunes ante la Justicia. Pero es difícil no emocionarse ante la perspectiva de un Racing limpio, en el que dejemos de ser noticia, (sobre todo en los medios regionales), por mala praxis, estafas, engaños y estafas.
La guillotina de nuestra Revolución, en forma de administrador concursal venido de Holanda, ha decapitado de facto a Francisco Pernía y Ángel Lavín, los principales actores de este circo al que los enanos le medían 1’90. Pero por el camino, su tropa quedó diezmada. A Miguel Ángel Revilla le entró un ataque súbito de amnesia, a Roberto Bedoya se lo tragó la tierra, a Nacho Diego se le borraron las fotos con Pernía el día de su toma de posesión del cargo de Presidente de Cantabria… Y la lista sigue. Pero no hay problema, porque tenemos bien apuntados sus nombres y descripciones. Ellos eligieron el bando, y nosotros no aceptamos tránsfugas.
Desde esta humilde carta que un aficionado cualquiera escribe, sólo me queda felicitar a mis compatriotas, y animar al nuevo Consejo. Las cosas se pondrán complicadas, seguramente. Porque nunca fue fácil ser racinguista, ni tan siquiera cuando mirábamos desde la cima del Olimpo. Pero si por algo se caracterizó Tuto Sañudo (nuevo Presidente), y por si algo ha sido admirada, y respetada esta plantilla y afición es por su garra y firmeza, y con perdón, el santísimo par de cojones que tenemos. Tienen (tenemos) mucho que hacer. Por lo pronto, arropar al equipo frente a la Cultural Leonesa, para seguir en lo más alto de la clasificación. Porque nuestro centésimo primer cumpleaños puede ser, incluso, mejor que el Centenario.
Camaradas, por otros cien años más de un histórico.
Desde el este al oeste, desde el norte hasta el sur, brillará la verdiblanca, del glorioso Racing Club.
¡¡AÚPA RACING!!
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