“Fútbol de vértigo”; quizás la expresión más usada y correcta para definir lo que el Borussia Dortmund nos ha venido ofreciendo sobre el terreno de juego en los últimos tiempos. Velocidad, toques rápidos, verticalidad, presión, juventud y talento definían a un equipo que sabe lo que quiere a la hora de realizar su fútbol. Pero… qué poco dura lo bueno.
Tienen una identidad futbolística, algo que muchos clubes históricos de este deporte están intentando encontrar en estos momentos. Si buscas diversión en un partido de fútbol, el Borussia Dortmund de Jürgen Klopp era todo lo que necesitabas ver. En definitiva: un espectáculo de noventa minutos ofrecido por “el equipo de los niñatos”, como yo solía referirme a ellos sin más intención que expresar mi admiración por un grupo de jóvenes que ha puesto patas arriba Europa con un esférico como herramienta. Justo aquí entra en juego un obstáculo que hace tan difícil que podamos tener sorpresas como la de este Borussia Dortmund en más ocasiones: el dinero. Es algo con lo que hay que convivir y resignarse, pero no deja de ser una enorme pérdida para el fútbol ver cómo desmantelan al club económicamente inferior tras una buena temporada. El trabajo y dedicación de unos para crecer, comprado por otros para mantenerse arriba.
Mario Götze fue el primero y Lewandowski seguirá sus pasos, ambos recalando en el imperial Bayern de Múnich. Ahora bien, ¿cuánto creen que durarán el resto deleitando al Signal Iduna Park? Se admiten apuestas. Marco Reus (23 años) ha quedado como única estrella de la delantera en este Borussia finalista de Champions. Sus intenciones son permanecer en el club que lo ha puesto en la órbita mundial, pero he aquí que llegará el dinero imponiendo también sus designios. İlkay Gündoğan (23 años) es posiblemente el centrocampista más deseado. Los últimos rumores lo ven negociando con el Barça; ya en su momento fue tentado por el Real Madrid en la búsqueda de sustituto para el insustituible Xabi Alonso y apuesto a que la próxima pretemporada no la hará con el escudo del Dortmund en la camiseta.
Y suerte tiene Jürgen Klopp de que sus defensas no aparezcan tanto en las noticias. Pero no duden en que no es de menor calidad el material que el equipo alemán ofrece en la zaga. Mats Hummels (25 años) es señalado como líder de la defensa, excelente cabeceador, rápido en el corte a pesar de su tamaño y con facilidad pasmosa para sacar el balón jugado, iniciando así una contra letal para cualquier rival. Veremos también quién puja más fuerte por él este verano. Características muy similares presenta Neven Subotić (25 años), formando así una de las mejores parejas de centrales en el mundo. Del puesto de lateral izquierdo se encarga Marcel Schmelzer (26 años), al que se compara con Alaba en un intento de declarar a uno el mejor de Alemania en su posición. Por la banda derecha se sitúa Łukasz Piszczek, de igual calidad, velocidad y lectura de partidos que su homólogo del costado contrario. Ambos laterales no hacen más que engrosar la cantidad de balones asistidos a los encargados de materializar la esencia del fútbol.
Al dinero se han unido las dichosas lesiones, que se han cebado con estos defensas para infortunio del fútbol y del artesano Jürgen Klopp. Pero, sorpresa del fútbol, aparecen suplentes con no menos destacables actuaciones como Sokratis, Erik Durm y Kevin Großkreutz, que han mantenido la talla y se resisten a dejar caer al vacío al Borussia Dortmund. A ellos se les han ensamblado en esta campaña el internacional gabonés Aubameyang (24 años), posiblemente el jugador más rápido del mundo y con un inicio de temporada magnífico en el extremo derecho; y el armenio Henrikh Mkhitaryan (25 años), talento al servicio del pase, tanto en la mediapunta como unos metros más retrasado. Ambos aúnan definición y la importante llegada al área que colocan a este Dortmund entre los equipos más competitivos de Europa.
Pero el vacío sigue acechando al club, que ve peligrar la continuidad de los jugadores que soportan esta vertiginosa estructura. Un vacío que rellenan los seguidores del Signal Iduna Park en concreto, y los aficionados alemanes en general, para seguir haciendo de la Bundesliga un empíreo futbolístico de competitividad por más que el dinero se interponga.
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