No cabe duda de que se ha convertido en una de las grandes bazas de la selección italiana de Cesare Prandelli. A sus 22 años se ha ganado un hueco en el Nápoles de Rafa Benítez y también en las convocatorias de la Squadra Azzurra. Un jugador que todavía no ha alcanzado su madurez pero que día tras día parece ir a más. Ese es Lorenzo Insigne, un futbolista llamado a brillar en Brasil 2014.
Y es que, revisando sus estadísticas, llama la atención el que únicamente ha sido internacional absoluto en cuatro ocasiones hasta la fecha. Su relevancia en las categorías inferiores de la Azzurra ha quedado suficientemente comprobada pero es cierto que sus experiencias con la Nazionale todavía se encuentran en una fase incipiente. Mientras, con el Nápoles, sus números confirman que se ha convertido en un hombre importante para Rafa Benítez, pese a que el técnico madrileño es conocedor de su juventud y en algún partido grande prefiere darle entrada en la segunda parte para revitalizar al equipo y de paso quitarle un poco de presión.
Insigne ha ido avanzando poco a poco pero de manera segura. Su primer logro de cierta importancia fue el ascenso con el Pescara en la temporada 2011-2012, donde coincidió con la otra gran apuesta de futuro italiana del momento, Marco Verratti. Después regresó a Nápoles, ciudad donde se forjó como futbolista, para revelarse como una enorme promesa en la temporada siguiente. Hoy ya es indiscutible y pocos dudan de que si Italia tiene opciones de llegar a las últimas rondas en Brasil estas pasan por las botas del napolitano.
Con una estatura de 1,63 metros, sus condiciones serían ideales para cualquier equipo que maneje bien un 1-4-2-3-1 o bien un 1-4-3-3 partiendo desde uno de los extremos. En el caso de la selección italiana, Insigne parte con la ventaja de que Prandelli no es un técnico que priorice el esquema de juego sobre los futbolistas sino que más bien busca los jugadores ideales en función del rival que tenga enfrente y, a partir de ahí, diseña el dibujo táctico. Más partidario del 1-4-4-2, Cesare ha utilizado defensas de 5 con carrileros pero también otorga cierta libertad a los futbolistas que merodean el área rival.
La privilegiada pierna derecha de Insigne le permite arrancar desde el extremo derecho y surtir de balones al resto de compañeros que se encuentren en disposición de marcar. Pero cuando Lorenzo hace más daño es cuando parte desde la izquierda. Sus diagonales hacia dentro resultan extremadamente peligrosas, ya que siempre contempla por el rabillo del ojo la posibilidad de asociarse con un compañero bien desmarcado a la vez que amenaza con utilizar su excelente disparo a puerta. Y es que su diestra tiene más de guante que de cañón, aunque conjuga bien ambas cualidades. El lanzamiento de libres directos es otra de sus virtudes, que seguramente irá puliendo todavía más con el paso del tiempo.
Y, sobre todo, la sensación de que no hay otro futbolista similar en su país. La Italia que se pudo ver en la pasada Eurocopa tenía muy buenos jugadores pero probablemente se basaba demasiado en lo que ofrecían Pirlo y Cassano. El primero llegará a Brasil pero tendría que suceder casi un milagro para que Talentino retornase a la Nazionale; su fichaje por el Parma parece anunciar una cuesta abajo de muy difícil freno.
Ahora le toca a Prandelli mover ficha y tratar de buscar la configuración ideal de su selección para el próximo verano. Con gente como Pirlo, De Rossi o Montolivo, que parecen intocables —no se entiende demasiado bien lo de este último— y con otros muy utilizados como Marchisio, Motta o Aquilani, el papel de Lorenzo Insigne podría ser de inicio el de revulsivo. Aunque será difícil resistirse por mucho que el seleccionador quiera contener al pequeño extremo, los Balotelli y compañía agradecerán enormemente la presencia en el terreno de juego de un futbolista tan preciso en el pase y que a la vez atraiga tanto a los defensores rivales. La titularidad debería acabar por imponerse, básicamente porque su perfil es el más variado e incisivo de todos los candidatos a jugar en zona de tres cuartos, el más dañino para las zagas rivales y, en definitiva, el mejor.
La prudencia hace que a día de hoy todavía se le considere un jugador con proyección y en formación pero la realidad de su fútbol dice que Lorenzo Insigne se convertirá muy pronto en uno de los estandartes de la Nazionale. Quizá dentro de cinco meses sea uno de los que lleve a Italia a las rondas finales del mundial de Brasil. Sin su explosión no parece posible.
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