El Villarreal C.F. vuelve a estar de moda, su exhibición del pasado lunes ante la Real Sociedad y su magnífica primera vuelta del campeonato le ha vuelto a colocar ante los focos de la España futbolística y nos ha vuelto a recordar páginas no tan pasadas de su brillante historia. El submarino amarillo conquistó el corazón de muchos aficionados al fútbol allá por el año 2006 cuando el mejor jugador que se ha puesto esa camiseta, Juan Román Riquelme, se empequeñeció ante el gigante alemán Lehman y mandó al limbo la il.lusió de tot un poble, tal y como reza el himno del Club. Otros no se hubieran repuesto de aquello, de hecho hay miles de ejemplos de equipos que se han derrumbado tras alcanzar la gloria y vivir, en muchos casos, por encima de sus posibilidades.
Pero, ¿que hay detrás del Villarreal?, ¿cómo es posibles que un pueblo como Vila-real con poco más de 50.000 habitantes tenga un equipo en la élite tanto tiempo?. La respuesta es fácil: trabajo, profesionalidad, dedicación y capital humano.
A la cabeza de todo ello está Fernando Roig, empresario de éxito pero con los pies en el suelo. El máximo accionista del Club es un ejemplo de directivo moderno y eficaz. Pero Vila-real también ha sido sinónimo de dinero. En los años gloriosos del equipo, el pueblo castellonense y sus alrededores eran una zona muy próspera en torno al sector azulejero y su industria auxiliar, donde se aglutinaban (aún hoy siguen) algunas de las mayores empresas del sector de todo el mundo (Porcelanosa, Pamesa, Tau, etc..) y se rozaba el pleno empleo. En pleno boom de la construcción en esta zona había mucho dinero y claro está, el Club directa o indirectamente disfrutó de ello.
Es en esos momentos de bonanza es cuando se distinguen los buenos de los malos gestores y Roig, anticipándose a la crisis que se avecinaba, apostó por la austeridad dando prioridad a la cantera. Construyó su imponente Ciudad Deportiva con residencia para los chavales de fuera de la provincia (el Madrid con más de 100 años de historia y más de 500 millones de presupuesto no tenía residencia hasta hace 15 días) y apostó por ella dando jugadores de la talla de Santi Cazorla, Javi Venta, Bruno Soriano, Héctor Font, César Arzo, Diego Mariño o David Fuster. Esa reconversión le costó un descenso pero aseguró la viabilidad del Club y ahora presenta un equipo jóven, ambicioso y lleno de canteranos como Juan Carlos, Mario, Musacchio, Jaume Costa, Trigueros, Hernán Pérez, Pablo Íñiguez, Moi Gómez o el propio Bruno Soriano, capitán y máximo exponente de la política de cantera del equipo de La Plana.
El Villarreal también se ha caracterizado por fichar bien y tener un control absoluto del mercado, sobretodo el sudamericano de la mano de su magnífica secretaría técnica. El mito Marcos Senna, Arruabarrena, Godín, Belletti o Gonzalo Rodríguez dan fe ello. Pero si de algo puede presumir es de saber aprovechar como nadie las oportunidades de mercado firmando jugadores que acaban contrato o descontentos en sus equipos. La lista es interminable, Forlán, Rossi, Reina, Riquelme, Sorín, Borja Valero, Capdevila, Sonny Anderson, Tomasson, Pires, Tacchinardi, Ayala, Coloccini, Martín Cáceres y un largo etcétera llegaron a bajo a coste y, en muchos caso, han dejado réditos económicos muy importantes para las arcas del Club. La cabeza visible de este máster en fichajes es el eterno José Manuel Llaneza, siempre a la sombra de Roig pero no por ello menos importante.
Otro factor determinante es que el Villarreal sabe perfectamente como quiere jugar, desde el último pre-benjamín hasta el primer equipo y por ello busca entrenadores que se adapten a su modelo y no al revés. El máximo impulsor de este estilo fue, sin ninguna duda, Manuel Pellegrini. El Ingeniero, otro conejo sacado de la chistera de Llaneza, condujo al equipo a sus cotas más altas con un estilo totalmente reconocible. Ahora es Marcelino García Toral el que, con un fútbol de posesión, toque rápido y velocidad en las bandas está volviendo a poner al Club en la parte alta de la clasificación.
Todo esto está haciendo que la nuevas generaciones de la localidad castellonense ya no sean de Barça, Madrid o Valencia, aquí los niños ya son únicamente del Villarreal y se está creando una masa social poderosa con grupos de animación de nueva creación formado por los niños que acababan de nacer cuando Alberto Saavedra estampó en la escuadra del Estadio de San Lázaro de Compostela el gol más importante en los 90 años de historia del Club y que certificaba el primer ascenso. El futuro pues está asegurado, con un equipo jóven, una afición adolescente e ilusionada y con Fernando Roig Negeroles que está cogiendo el relevo de su padre al mando del Club. Así se crea un gran equipo.
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