Llegaba el verano del 94, estaba ante mi primera cita mundialista con olfato futbolístico. Estados Unidos se abría ante mi con una emoción innata. Las selecciones llegaban a los álbumes de cromos pegándose una tras otra, pero había una que era especial para mí, Nigeria. «Las Súper Águilas» , como se conoce a la selección africana, aterrizaba en su primer Mundial con un auténtico equipazo que sin duda acaparaba todas las portadas.
Yo iba abriendo los sobres de cromos de aquel campeonato, y según iba rasgando los sobres iban apareciendo los Yekini, Okocha, Amokachi, Amunike, Finidi etc. Era una selección muy física y obviamente todo apuntaba a que no sería una selección muy técnica. Por aquel entonces el Tercer Mundo estaba privado de instalaciones deportivas en las que ofrecer un entrenamiento de alto rendimiento a los suyos. Los entrenadores venían de Europa a entrenar a los equipos africanos y en ésta, no pudo ser menos, el seleccionador de este país era el holandés Clemens Westerhof.
Nigeria estaba encuadrada en el grupo D con Bulgaria, Argentina y Grecia. El primer encuentro lo disputó ante Bulgaria, que luego llegaría a semifinales, y ya empezó a mostrar destellos de calidad. Tres goles, tres, les metieron a los balcánicos con tantos de Yekini, Amokachi y Amunike.
Nigeria venía de ser la campeona de África allá por Marzo y sin duda ya empezaban a destacar sus jugadores. Rashidi Yekini, que recientemente falleció a la edad de 48 años, jugaba en el Vitoria de Setúbal y este Mundial le sirvió para fichar por el Olympiakos griego, donde pasaría únicamente un año. En la temporada siguiente vino a la liga española y recaló en el Sporting de Gijón. Las apariciones de Yekini en las ligas europeas no fueron muy regulares. Únicamente ocho años en una carrera de 24 para un jugador que fue elegido mejor jugador africano en 1993 y es el máximo goleador en la historia de Nigeria con 37 tantos. Yekini se retiró en el 2005 con 41 años en el Gateway United de su país.
El otro jugador clave de este combinado era el mediapunta del Brujas, Daniel Amokachi. Este Mundial le serviría para dar otro paso importante en su trayectoria futbolística y fichar por el Everton, con lo que conocería la Premier League. Un par de años más tarde se marchó al Besiktas en el que pasaría tres temporadas antes de recalar en el fútbol americano. Se retiró en el 2005 en el Nasawara United, equipo de su país.
Sin desviarnos del tema, seguimos nuestro camino en el Mundial 94, el próximo rival sería Argentina. La Albiceleste venía de ser subcampeona el pasado Mundial y se plantaba con ganas de revancha. La selección del «Coco» Basile» derrotaría a Nigeria por 2-1 con goles de Caniggia para los sudamericanos y de Isasia, delantero del Nantes, para los africanos, que se adelantaron en el marcador.
El guardameta y capitán de aquella selección era Peter Rufai. Su padre era Rey de una región nigeriana, por lo que el era el príncipe de ese lugar, dato curioso. Rufai jugaba en Holanda, concretamente en el Go Ahead Eagles y tras este Mundial vino a la península para jugar en el Farense portugués. Los ojeadores españoles se fijaron en él y fichó por el Hércules. La temporada siguiente continuó en España y se trasladó a La Coruña para jugar en el «Superdepor». Se retiró en el Gil Vicente y actualmente vive en nuestro país donde dirige una escuela de formación de porteros.
El último partido de Nigeria en la fase de grupos les enfrentaría a Grecia, selección que no fue capaz de conseguir ni un sólo tanto en todo el campeonato. «Las Súper Águilas» derrotaron al equipo heleno por dos goles a cero. Finidi y Amokachi fueron los autores.
El mejor jugador de esta selección era Finidi George. Por aquel entonces, antes de dar el salto a la Liga Española, jugaba en el Ajax donde fue campeón de Europa en 1995. La fortaleza física de Finidi le hacía recorrer la banda con mucha potencia, apodándose «la gacela». En la temporada 1996 ficharía por el Betis para cuatro temporadas, abandonando el club sevillano para jugar en el Mallorca. La temporada siguiente conoció la Premier League, concretamente el Ipswich Town donde estaría dos temporadas para regresar la siguiente al Mallorca, equipo en el que finalmente se retiró y en la ciudad donde reside.
Nigeria se clasificaría primera de esta fase de grupos, empatada a puntos con Bulgaria y Argentina, pero con mayor diferencia de goles. En octavos de final se enfrentaría a Italia en un partido agónico. Los africanos se adelantaron por medio de Amunike en el minuto 25, pero Roberto Baggio empataría en el 88 y sentenciaría, ya en la prórroga, en el minuto 100.
El goleador de este partido, como he comentado antes, fue Emmanuel Amuneke (así aparecía en los cromos y así se llamaba verdaderamente), pero nosotros le conocemos por Amunike. Este curioso jugador militaba por aquel entonces en el Zamalek egipcio y la gran actuación en este Mundial le llevó a fichar por el Sporting de Lisboa donde años más tarde recalaría en el FC Barcelona. Las graves lesiones le privaron de triunfar en el equipo dirigido por Louis Van Gaal y se marcharía al Albacete donde jugaría sólo dos temporadas. Se retiraría en el Al-Wihdat de Jordania a los 34 años.
Nigeria no sólo nos ha ofrecido estos jugadores. Un auténtico elenco de estrellas nigerianas han entrado por la puerta grande al primer nivel del fútbol mundial: Jay Jay Okocha jugaba en el Eintracht para años más tarde fichar por el PSG y luego en la Premier League, en el Bolton. Mutiu Adepoju, canterano del Real Madrid, jugó en el Racing de Santander para luego consagrarse en la Real Sociedad y acabó jugando en tercera división española. Sunday Oliseh que por aquel entonces jugaba en el RFC Lieja, fichó por la Reggiana y más tarde tuvo un largo periplo por equipos de un alto nivel. Jugó en el Ajax, Juventus y Borussia Dortmund, para acabar retirándose en el Genk belga. Victor Ikpeba, delantero, ese año jugaba en el Mónaco, y siguió en el club monegasco durante seis años para recalar en el Borussia Dortmund y más tarde para jugar en el Betis. Se retiró en el Al-Sadd qatarí en el año 2005 a la edad de 32 años. Y si me tengo que quedar con un jugador mítico, elijo a Wilfred Agbonavbare. Aquel portero del Rayo Vallecano que aunque fuese el suplente de Rufai con Nigeria, en Vallecas era toda una institución.
Esta selección nos enseñó a todos, los valores del sacrificio y la lucha por un sueño. De salir de la extrema pobreza, (algunos), a llegar a consagrarse como auténticos mitos del fútbol. Sin duda alguna me pongo en pie para aplaudir a estos jugadores y espero que el fútbol africano llegue algún día a alzarse con la Copa del Mundo.
No Hay Comentarios