El verano de 1995, fecha en la que cambió la época del Inter de Milán. Un ‘pibe’ de Banfield llegaba al Giuseppe Meazza. 22 añitos le contemplaban, y el bueno de Javier Zanetti, ataviado con una cara de madurez para su edad, y una corbata que deja a las claras el daño que hicieron los años 90 al estilismo. 17 años después, aparte del Duomo, la Galería Vittorio Emanuele II y la Pasarela de Milán (?), Javier Zanetti se ha convertido en un monumento más de la ciudad milanesa.
Roy Hodgson fue quien le dio la oportunidad, y tras él, una ristra de entrenadores entre los que se incluyen Lippi, Cúper, Mourinho, Mancini, Tardelli, Rafa Benítez, o Ranieri, confirmaron lo que el británico sospechó. Javier era un jugador para el Inter. Consolidado ya con la selección de Argentina, escuadra con la que ganó los Juegos Panamericanos precisamente de ese verano de 1995, terminó al poco tiempo siendo uno de los jugadores bandera del equipo interista.
Lo cual no es moco de pavo. Cracks de la talla de Vieri, Ronaldo, Ibrahimovic, Eto’ o, Sneijder, Lucio, Toldo, Stankovic, Adriano, Verón, Figo, Roberto Carlos, Crespo, o Zamorano, compartieron vestuario con Javier Zanetti. Y pese a todo, pese al peso mediático de todos ellos, ‘Pupi’ siempre se mantuvo firme, elegante y altivo en su juego, un portento físico que nunca se rendía. Hasta que en la actualidad es el alma máter del conjunto neroazzurro, primer capitán del equipo, y el jugador que más partidos ha disputado como jugador interista.
Porque Javier Zanetti quizás no sea el futbolista más impresionante que uno puedo ver, en lo que a habilidades se refiere. Siendo un portento físico, su juego es, digamos, sencillo, de poco espectáculo, pero muy efectivo. Lo cual en ocasiones hace que para los medios se pase muy desapercibido. Pero año tras año cumpliendo a la perfección con su tarea, destacando sólo para aspectos positivos, uno se acaba convirtiendo en lo que Javier Zanetti es hoy. Una leyenda.
Esa cara de galán de los años 50, de bailarín de tango de los bajos fondos de Buenos Aires. De actitud y juego siempre elegante, con ese porte de futbolista clásico, con la camiseta siempre por dentro del pantalón. De correr erguido, lo que favorece siempre la visión del terreno de juego y la posición de sus compañeros, para elegir el pase más sencillo y efectivo posible. Todo eso, además de su compromiso con el club que le ha dado todo, le convierte en ese referente de la afición del Inter que es actualmente. Porque alguien como Zanetti, que podría haberse marchado en las épocas difíciles del equipo (como la actual) a pastos más verdes, decida quedarse y seguir luchando por el equipo es lo que le convierte a uno en ídolo, cuando no se es una estrella de talla mundial, en lo que a calidad se refiere.
En lo que a calidad futbolística, porque esa elegancia que el Tractor muestra en los terrenos de juego y en las ruedas de prensa, se traslada también fuera del césped. Y es que Javier Zanetti posee la Fundación P.U.P.I. (Por Un Piberío Integrado) en el que destina fondos para que los chavales argentinos en situación de pobreza. Esto, además de su buen hacer dentro del campo, le ha valido para recibir Ambrogino de Oro, premio de la ciudad de Milán.
Aunque desde luego, ese no es el único trofeo conseguido. 17 años en uno de los grandes del Calcio te proporciona alguna que otra alegría, que digamos. 3 años después de su llegada, Zanetti obtuvo su primer título como interista, la Copa de la Uefa de 1998 ante el germen de aquel gran Lazio. Sin embargo, tardarían 7 años en llegar más títulos, hasta el 2005. Esta vez, el título sería nacional, como es la Coppa de Italia. Pero, desde ese momento, y hasta 2011, el Inter ganó 13 títulos nacionales (Copa, Liga y Supercopa) y 2 internacionales (Champions League y Mundial de Clubes) en 6 años. Más de 800 partidos con el Inter de Milán, y más de 145 con la albiceleste. ¿Quién da más?
Zanetti no acapara titulares, ni suele aparecer en las mejores jugadas de la semana. Pero tengo clara una cosa, y es que creo que los interistas y los no interistas, pero amantes del fútbol en general, le echaremos de menos el día que Pupi decida colgar las botas. Esperemos que aguante todo lo posible, aunque con 39 años que se gasta, mejor será que vayamos haciéndonos a la idea. ¡Aguante, Tractor!
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