El Fútbol Es Injusto · Mundial Brasil 2014
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Argentina 1978, la insólita goleada
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Pasó el milagro. Lo que parecía difícil, casi imposible, ocurrió. Si fue o no una injusticia, nunca lo sabremos. Quizás sirva hacer una descripción para saber lo que aconteció ese día de invierno.

En la noche del 21 de junio de 1978 en la ciudad argentina de Rosario se respiraba tensión. Se estaba definiendo el mundial de fútbol y en el Grupo B todo se resolvería por diferencia de gol. Los contendientes que pugnaban por llegar a la final del campeonato eran dos, los clásicos rivales: Argentina y Brasil. La verdeamarelha ya había hecho lo que le tocaba. A las 16.45 venció por 3 a 1 a la selección polaca y quedó momentáneamente en la punta. El esquema clasificatorio de aquel Mundial no es el mismo que el de ahora: había cuatro grupos de los cuales las dos mejores selecciones clasificadas formaban dos grupos finales; los primeros de cada uno de ellos jugaba la final por el campeonato del mundo. Brasil había ganado su partido a Polonia y quedó como líder del Grupo B con 5 puntos y una diferencia de gol de +5. Argentina, que jugaba contra Perú dos horas más tarde, tenía 3 puntos y una diferencia de gol de +2. La selección local necesitaba hacer un mínimo de cuatro goles para acceder a la final, tarea que se presentaba difícil.

Las especulaciones sobre esa noche comienzan aquí y con varios condimentos. Para empezar, Argentina era anfitriona de la Copa del Mundo. Desde 1976, el país era gobernado por una dictatura militar, la más sangrienta de toda su historia. Havelange, titular de la FIFA, tenía una excelente relación con la Junta Militar de Argentina. Por otro lado, la selección de Perú llegaba sin chances de clasificarse. Esto invitaba a hacer cualquier tipo de especulación.

Los primeros 20 minutos del partido fueron parejos. Sobre el minuto 21 el goleador argentino, Mario Kempes, convirtió el 1 a 0; desde allí, Perú bajó muchísimo su rendimiento. Podrá entenderse debido a extrañas razones, o quizás absolutamente desmotivada sin la  posibilidad de alcanzar algún logro en ese mundial. Argentina se iría al descanso 2 a 0; sólo necesitaba un tanto más para alcanzar a Brasil. El segundo tiempo sería casi un entrenamiento. En cinco minutos Argentina ya ganaba 4 a 0. El marcador finalizaría 6 a 0, los locales se clasificarían a la final de la Copa del Mundo, donde vencerían a Holanda logrando su primer título mundial. ¿Injusto? Raro por lo menos.

https://www.youtube.com/watch?v=Tpzwg8DTSzo

Matias Rodriguez F.

Matias Rodriguez F.

Hincha de River Plate. Periodismo en ETER. Historia (UBA). Me lees en @elpezdigital y en @Futbolesinjusto.

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-”No sé cómo hará, pero Italia debe ganar este campeonato“.

-”Haremos todo lo posible…

-”No me ha comprendido bien, general… Italia debe ganar este Mundial. Es una orden“.

La conversación de Benito Mussolini con Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol, resumía la filosofía del politizado mundial de 1934. Faltaban apenas dos años para que estallase la Guerra Civil en España, mientras que en Alemania Adolf Hitler comenzaba a sentar las bases que desembocarían en la Segunda Guerra Mundial. Pero en aquel momento la Copa del Mundo que organizaba Italia se convertía en un poderoso instrumento propagandístico del fascismo de Il Duce.

El 31 de mayo de 1934  se vivía en el estadio Giovanni Berta de Florencia el partido de cuartos de final entre España e Italia. Hay quien habla de que aquella fue una de las mejores selecciones españolas de la historia, con nombres ilustres como Zamora, Quincoces, Gorostiza, Lángara o el deportivista Chacho. Pero Italia también contaba con una escuadra muy potente, encabezada por Giuseppe Meazza, quien causaba baja para este choque.

Aquel partido, tras prórroga, terminó con empate, goles de Regueiro y de Ferrari, este último tras una falta a Zamora que el belga Louis Baert no señaló. La permisividad arbitral propiciaba 7 bajas en las filas españolas y 4 en las italianas, destacando las dos costillas fracturadas de El Divino. El balance final de la batalla era favorable a los italianos, que además recuperaban para el partido de desempate a Meazza. Un choque que tendría un protagonista, el argentino nacionalizado italiano Luis Monti.

Monti, centrocampista destructivo,  había sufrido amenazas de muerte en Uruguay 4 años antes vistiendo la Albiceleste. El desprecio que sufrió por su falta de intensidad en la final ante Uruguay le llevó a abandonar el país y fichar por la Juve, lo que le permitió nacionalizarse italiano y disputar el siguiente mundial con la Azzurra. En el encuentro de desempate frente a España se dedicó a repartir estopa a diestro y siniestro, como reconoció Raimundo Orsi, otro de los argentinos de aquella selección:

Menos mal que ganamos. Mejor dicho, ganó Monti. Les pegó a todos, creo que hasta al seleccionador español. El árbitro no vio nada en el gol de Meazza y los españoles le querían matar. Pero eligió: si lo anulaba le mataban los italianos

Las palabras del propio Monti resumen su historia: “En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y en Italia, cuatro años más tarde, si perdía

España caía derrotada por 1-0, con gol de Meazza tras otra flagrante falta sobre el guardameta Nogués que el suizo René Mercet ignoraba. Otra injusticia. Aunque en 1934 la única justicia que valía era la del fascismo de Mussolini.

https://www.youtube.com/watch?v=7djQuyaX61I

Pepe Sarria

Me encanta el deporte en general y el fútbol en particular. Soy fan del Celta y enamorado del fútbol de selecciones. Holanda de Cruyff, Brasil de Tele Santana, Colombia de Valderrama o Francia de Zidane son solo algunas de mis favoritas.

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