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“Muchas veces no me salían las cosas en la selección e iba al Barcelona y jugaba bien. Esperemos que esta vez sea al revés”. Esas fueron las palabras que el delantero del Barcelona y de la selección argentina, Lionel Messi, pronunció al llegar a la Argentina. Aunque no está pasando el mejor momento en el equipo blaugrana, Messi sabe que será una de las grandes atracciones de la Copa del Mundo Brasil 2014.
Goleador, rápido, habilidoso e indescifrable; podríamos seguir adjetivando infinitamente los valores de Lionel Messi dentro del campo de juego. La del 2014 será su tercera participación mundialista y a la que mejor llega.
Cuando tenía apenas 19 años, Messi fue convocado por José Pekerman para jugar en Alemania 2006 donde, siempre desde el banco de los suplentes, vería acción en tres partidos y marcaría el sexto gol, el primero para él en copas del Mundo, en la goleada de Argentina a Serbia y Montenegro por 6 a 0. Cuatro años más tarde, Sudáfrica 2010 no sería un buen Mundial para la “pulga”: no pudo marcar goles y el seleccionado dirigido por Diego Maradona quedó eliminado en cuartos de final luego de una rotunda derrota ante Alemania por 4 a 0.
La Copa del Mundo de Brasil encuentra a un Messi mucho más maduro futbolísticamente, ganador absoluto de todas las competencias europeas con el Barcelona (desde 2010 ganó 10 títulos), pero de no muy buen presente en el conjunto catalán. La temporada 2013-14 no fue de las mejores para el delantero argentino: en un Barcelona de poco brillo, no supo lucirse como en años anteriores, no obtuvo títulos en lo que va del 2014 y su compatriota y director técnico, Gerardo Martino, debió dejar el cargo.
El equipo argentino y su técnico, Alejandro Sabella, ven en Leo Messi la llave del próximo mundial. La distribución táctica de Argentina busca ser la más cómoda para el rosarino. Es un equipo armado para Messi, que juega para Messi.
Las únicas incógnitas sobre el rendimiento del delantero de cara al próximo Mundial radican únicamente en ver cómo responderá el argentino, y el equipo completo, a un esquema de marca férrea de los rivales sobre Leo. Veremos cómo podrá el diez quitarse las marcas de encima y ser un buen generador de juego de la selección.
Matias Rodriguez F.
Hincha de River Plate. Periodismo en ETER. Historia (UBA). Me lees en @elpezdigital y en @Futbolesinjusto.
Si una herida está grabada a fuego en el corazón del hincha argentino es la de aquella fatídica noche en el Olímpico de Roma de 1990. El destino, el azar, la casualidad —o incluso una mano negra para los más atrevidos— hicieron que Alemania Federal se cobrara una venganza, la más cruel y fatídica para cualquier amante del fútbol… de penalti injusto.
Cuatro años atrás, la selección germana había sucumbido en el mundial de México 86 por 3-2 en la final, el año que Diego Armando Maradona escribió la gloria más sublime para el continente latinoamericano. El camino para esta confrontación no fue sencillo para ninguno de los dos contendientes, Alemania eliminaba en semifinales a Inglaterra, mientras que Argentina lo hacía con el anfitrión Italia. Ambos encuentros se consiguieron tras una prórroga y lanzamientos de penaltis.
El 8 de Julio de 1990 en el Stadio Olímpico di Roma se daban cita en la final Alemania y Argentina, el fútbol daba una nueva oportunidad a los alemanes de sacudirse el polvo de la derrota en el 86, para Argentina la ocasión de volver a alcanzar el paraíso, la gloria eterna reservada para los mejores, aquella que recordarían niños para contárselo a sus nietos.
Una leve brisa rozaba las estrechas calzonas de aquellos héroes en la más perfecta representación heroica de un país, con el corazón desgarrándose desde las entrañas imaginando a toda una nación postrada al televisor, aparcando sus miedos y desgracias, dispuestas a subirse a una montaña rusa de adrenalina en busca del éxtasis infinito, Roma como mirada fija de todo un planeta, Roma como mirada y obsesión de dos países.
En el minuto 85 algo cambiaría todo, Rudi Völler se adentraba vivaz y atrevido en el área Argentina, con la mirada clavada en el esférico, cuando de repente una pierna albiceleste va al cruce, fuerte y segura hacia el balón como si no hubiera mañana, Roberto Sensini ignoraba que pasaría a formar parte de la historia negra de la injusticia del fútbol. El Mejicano Edgardo Codesal no lo duda ni un instante y señala el punto de penalti. En aquel instante Latinoamérica da un vuelco, los relojes alemanes se paralizan, Roma deja de respirar por escasos segundos… el Mundial se podía decidir en ese instante y todos eran conscientes de ello.
Los argentinos cerraban sus puños mientras la cólera y la indignación se apoderaban de ellos, rodeaban al colegiado que con mirada desafiante no escuchaba palabras, había tomado una decisión y nadie iba a convencerlo, movían el balón del punto de penalti, gritaban a la vez que sus ojos parecían salirse de sus órbitas y es que hasta 7 largos minutos pasaron desde que se señaló la pena máxima hasta que se pudo lanzar.
Andreas Brehme como juez y verdugo, a once metros Goycochea con el ahínco esperanzador de atajar una copa que se le deslizaba como arena entre los dedos en aquel mismo instante. El ’3′ alemán permaneció con mirada fría, impasible para ejecutar un lanzamiento tan minuciosamente mecánico como cualquier motor de Volkswagen, la pelota se cruzó por el palo diestro de Argentina ante una estirada inútil.
Un punzón terrible y trágico para el corazón de la pampa, la forma más injusta y cruel de perder una final, algunos hablan de conspiraciones, otros de injusticia…y a otros simplemente se les hiela el corazón, al volver a ver con la frialdad con la que Andreas Brehme cobró la venganza —sabiendo y reconociendo como años después dijo que la entrada de Sensini fue correcta—; con la mirada de un hombre que cumple con su rutina sin pedir explicaciones… como si cenar habiendo ganado una Copa Del Mundo hubiera sido lo más corriente.
https://www.youtube.com/watch?v=TbCnW2j2rpM
Yasser Tirado
Escritor que pretende hacer del fútbol una literatura de mesilla de noche, un enfoque distinto entre la densa niebla. Podéis ver mis proyectos en www.memoriasdeunbar.com
Pasó el milagro. Lo que parecía difícil, casi imposible, ocurrió. Si fue o no una injusticia, nunca lo sabremos. Quizás sirva hacer una descripción para saber lo que aconteció ese día de invierno.
En la noche del 21 de junio de 1978 en la ciudad argentina de Rosario se respiraba tensión. Se estaba definiendo el mundial de fútbol y en el Grupo B todo se resolvería por diferencia de gol. Los contendientes que pugnaban por llegar a la final del campeonato eran dos, los clásicos rivales: Argentina y Brasil. La verdeamarelha ya había hecho lo que le tocaba. A las 16.45 venció por 3 a 1 a la selección polaca y quedó momentáneamente en la punta. El esquema clasificatorio de aquel Mundial no es el mismo que el de ahora: había cuatro grupos de los cuales las dos mejores selecciones clasificadas formaban dos grupos finales; los primeros de cada uno de ellos jugaba la final por el campeonato del mundo. Brasil había ganado su partido a Polonia y quedó como líder del Grupo B con 5 puntos y una diferencia de gol de +5. Argentina, que jugaba contra Perú dos horas más tarde, tenía 3 puntos y una diferencia de gol de +2. La selección local necesitaba hacer un mínimo de cuatro goles para acceder a la final, tarea que se presentaba difícil.
Las especulaciones sobre esa noche comienzan aquí y con varios condimentos. Para empezar, Argentina era anfitriona de la Copa del Mundo. Desde 1976, el país era gobernado por una dictatura militar, la más sangrienta de toda su historia. Havelange, titular de la FIFA, tenía una excelente relación con la Junta Militar de Argentina. Por otro lado, la selección de Perú llegaba sin chances de clasificarse. Esto invitaba a hacer cualquier tipo de especulación.
Los primeros 20 minutos del partido fueron parejos. Sobre el minuto 21 el goleador argentino, Mario Kempes, convirtió el 1 a 0; desde allí, Perú bajó muchísimo su rendimiento. Podrá entenderse debido a extrañas razones, o quizás absolutamente desmotivada sin la posibilidad de alcanzar algún logro en ese mundial. Argentina se iría al descanso 2 a 0; sólo necesitaba un tanto más para alcanzar a Brasil. El segundo tiempo sería casi un entrenamiento. En cinco minutos Argentina ya ganaba 4 a 0. El marcador finalizaría 6 a 0, los locales se clasificarían a la final de la Copa del Mundo, donde vencerían a Holanda logrando su primer título mundial. ¿Injusto? Raro por lo menos.
https://www.youtube.com/watch?v=Tpzwg8DTSzo
Matias Rodriguez F.
Hincha de River Plate. Periodismo en ETER. Historia (UBA). Me lees en @elpezdigital y en @Futbolesinjusto.
El primer Mundial de la historia del fútbol organizado por la FIFA se desarrolló en Uruguay entre el 13 y el 30 de julio de 1930. 13 selecciones se disputaban el primer título mundialista. En el grupo 1 del mundial, el único con 4 equipos; se encontraban la selecciones de Argentina, Chile, Francia y México. Francia había vencido en su primer partido a México, y estaba preparada para enfrentarse a Argentina.
El fútbol fue muy injusto con Francia en este Mundial, a parte de las lesiones acontecidas durante este partido contra los argentinos, Francia aguantó viva todo el partido luchando por la victoria, su juego era superior al del primer partido y estaban cerca de conseguir la victoria. Pero fue en el minuto 81, tras un perfecto lanzamiento de falta, cuando el argentino Monti anotaba el 1.0 para la albiceleste. Aún tenía tiempo de remontar la selección francesa, pero inexplicablemente el árbitro encargado de dirigir el encuentro, Almeida Rêgo, señaló el final del partido en el minuto 84, evitando que se produjera una clara acción de gol en los pies de Marcel Langiller. Ante esta situación, los jugadores “bleus” totalmente indignados reclamaban que no se había cumplido el tiempo reglamentario, haciendo que el árbitro llamara a los argentinos para disputar unos minutos más. Cierto es, que alguno jugadores argentinos ya se encontraban en las duchas aseándose tras lo que ellos pensaban que era la conclusión del partido. Pese a este rocambolesco hecho, al conjunto argentino no se le escapó la victoria y pudo sumar los puntos.
La injusticia salpicaba a Francia, que había jugado dos partidos en menos de 48 horas y Chile, equipo del mismo grupo que los franceses, aún no había disputado ninguno. Finalmente, Francia no se clasificó para las semifinales de una Copa del Mundo que terminaría con mucha polémica en las manos de la anfitriona, la Uruguay dirigida por Alberto Horacio Suppici.
https://www.youtube.com/watch?v=EhzoqRaIKj0
Luis Rubiano
Técnico deportivo Nivel 2. Actualmente entrenador del Juvenil C Tavernes Blanques.