Neymar da Silva Santos Junior es, con apenas 22 años, la estrella de Brasil y la esperanza de toda una nación. Lleva consigo la herencia de los mejores futbolistas de la historia, aquellos que endosaron la camiseta 10 de la canarinha, y este verano buscará llenar los zapatos de Pelé, Romario y Ronaldo como el goleador que trajo la Copa del Mundo a casa.
Su ascenso a la cima del fútbol mundial ha sido veloz, desde el Santos donde deslumbró a todo el planeta con goles y jugadas espectaculares en la Libertadores hasta llegar a Europa por la puerta grande. No ha sido esta su primera en el Barça la mejor temporada de su carrera, pero ya el año pasado tomó las riendas de la selección en la Confederations y las cosas se le dan mucho mejor vestido de verdeamarelho gracias las libertades que le ofrece su entrenador.
Es extremadamente peligroso en el uno contra uno, característica típica de los brasileños. Posee un abanico de fintas y gambetas que, al mezclarlas con su vertiginosa velocidad, lo convierten en uno de los mejores delanteros del mundo. Partiendo desde la izquierda tiende a ir hacia el centro donde además es un excelente pasador y su disparo de media y larga distancia también está entre sus mejores cualidades, así como el tiro a balón parado. Es común verlo hacer diagonales por todo el frente de ataque buscando un hueco en la defensa, sin importarle el rival, la competición o el estadio. Además, a pesar de ser diestro maneja muy bien ambas piernas.
No es fuerte físicamente y tiene desventaja ante defensores de mayor peso, por lo que suele compensar dejándose caer de forma espectacular apenas hay contacto con el rival en lugar de buscar una alternativa con la pelota dominada. Es esa su principal debilidad, y quizás los árbitros del mundial no sean tan complacientes con sus simulaciones. A pesar de su corta edad, dentro de la selección ya es considerado un líder, principalmente por su alegre personalidad y su desparpajo a la hora de enfrentar retos y rivales.
No estaba vivo entonces, pero como todo brasileño ha crecido con el mito del Maracanazo y la tristeza que aquella derrota ante Uruguay significó para el país. Ahora que la Copa regresa a Brasil tendrá una oportunidad de oro para espantar finalmente el fantasma del ’50 a fuerza de fintas y goles y devolver la alegría a su tierra.