Primer día del mes de junio del año 1986. La familia entera reunida junto a aquellos televisores de infinitas dimensiones y definición reducida. Daba igual. Jugábamos contra Brasil. Los más viejos del lugar abrasaban los tímpanos de los más benjamines con el nombre de Cardeñosa y su ridículo fallo ante la canarinha en el Mundial del 78. Los nuestros, querían revancha. La necesitaban.
Tras ver como volaba el título Europeo dos años atrás bajo las axilas de Arconada, aquel día, Miguel Muñoz alineaba un equipo repleto de gladiadores para contener los bailes y magia brasileños. Zubi, Tomás, Goiko, Maceda, Camacho, Julio Alberto, Víctor, Francisco, Míchel, Butragueño y Julio Salinas. Y a fe, que le dio resultado. Con mis 12 añitos inocentes recuerdo vibrar junto a mi progenitor empujando a nuestra selección desde aquel viejo sofá de “skay” que tantos nietos había visto pulular.
Cada oportunidad errada, el fantasma del viejo Cardeñosa volvía a aparecer. Y mi cerebro en desarrollo se preguntaba una y otra vez quién sería. Nunca lo olvidaría. Tras un córner en el Estadio Jalisco de Guadalajara, el balón llegaba en la frontal del área a Míchel que controlaba con el pecho y tras dejarla botar, empalaba un latigazo que iba directo a la escuadra de Carlos. Todos sabemos qué sucedió. “La bola, entró“. Sin duda alguna. Pero el colegiado australiano Chris Bambridge, acostumbrado a otro tipo de fútbol, decidió hacerse el aborigen y dejar seguir la jugada.
Los gritos, insultos, improperios, maldiciones y la más triste desesperación se apoderaban de todos y cada uno de los hogares que comprobábamos cómo a España se le estaba privando de un resultado, probablemente, histórico. No acabaría ahí la injusticia hacia los nuestros en aquel encuentro. Sócrates nos daría la puntilla en el minuto 62 en un claro fuera de juego y con, si cabía, más sorna: el balón era rechazado también por el travesaño y caía a la cabeza del taconeador por excelencia. “En línea“, sí, pero en aquellos tiempos significaba FUERA DE JUEGO. 1-0, y a lamentarse.
La historia se cebaba con “La Furia“. “Lo peor de esto, es la cara de tonto que se te queda“, fue la expresión junto con “Jugamos como nunca y perdemos como siempre“, que toda una generación arrastró en distintas ocasiones hasta que un buen día decidimos bailar el triunfo de un estilo al ritmo del “Waka Waka“.
Sí, el Fútbol es Injusto, a veces. Pero suele devolverte lo que un día te quita.
¿Por qué no un “Maracanazo” este verano?