Desde su eclosión en el panorama futbolístico internacional en la Eurocopa de 2008, Luka Modric se encuentra en un permanente estado de evolución que le ha llevado a ser considerado como uno de los mejores jugadores del planeta.
Luka llega al Campeonato del Mundo en el mejor momento de su carrera y a sus 28 años ha alcanzado la plena deportiva. Su temporada en el Real Madrid se puede calificar como fantástica y es que, si el club blanco ha competido hasta el final por todos los títulos, es en gran parte responsabilidad suya. En esta 2013/14 ha confirmado lo que se vislumbraba a finales de la campaña anterior: es el centrocampista total.
Su jerarquía en la parcela ancha del campo es incontestable. Posee una capacidad sobresaliente para distribuir el balón gracias a su excelente visión de juego. Domina con una facilidad asombrosa el pase, tanto en corto como en forma de desplazamientos en largo, algo que permite a sus equipos alternar diferentes estilos de juego en función de lo que requiera cada partido. Y todo esto acompañado de una gran inteligencia que le permite manejar el tempo de los partidos con la precisión de un reloj suizo.
La influencia del futbolista de Zadar en el apartado ofensivo es muy notable. Su exquisita técnica le permite deshacerse de cuantos rivales salgan a su paso haciendo gala de una conducción del balón precisa y veloz. Además, su presencia en las cercanías del área rival es sinónimo de peligro ya que su disparo de larga distancia, una combinación de colocación y potencia, suele ser protagonista de algunos de los mejores goles del año temporada tras temporada.
Sin embargo, la virtud que más ha desarrollado Modric en los últimos tiempos, la que le ha ayudado a convertirse en un futbolista muy completo, es la disciplina táctica y defensiva. Pese a contar con un físico liviano y aparentemente frágil, esto no le impide ser un luchador incansable a la hora de arrebatar el esférico al contrario sin rehuir jamás el contacto físico. Su capacidad de sacrificio atrás es incuestionable y es habitual verle realizando coberturas defensivas cada vez que sus compañeros lo necesitan, complementando estas virtudes con una gran facilidad para anticiparse a los atacantes rivales a la hora de la recepción del esférico.
Debido a que Croacia no consiguió clasificarse para la anterior cita de Sudáfrica 2010, el combinado nacional se presenta en Brasil con la ilusión de hacer un gran papel. El objetivo realista debe ser alcanzar los octavos de final, pero el sueño del “10″ es liderar a su selección y emular los éxitos que enorgullecieron a todo el país, conseguidos por los Suker, Boban o Jarni en Francia 98.