Por fin liberado del grupo de la muerte en Brasil, Costa de Marfil, quizás la selección más potente del fútbol africano en la actualidad, aterriza en el Mundial con más papeletas que nunca de alcanzar como mínimo los octavos de final, lo que sería el mejor resultado de su historia, impulsado el equipo por el carisma y la calidad de un puñado de estrellas como Didier Zokora, Yaya Touré o Didier Drogba, que compartirán por última vez vestuario en el país de la samba.
La generación dorada de Costa de Marfil juega a todo o nada en Brasil, necesitada la selección de una gran gesta después de los fracasos en los últimos dos Mundiales y, sobre todo, por su incapacidad para levantar la Copa de África, a pesar de haber llegado a la final en dos de las últimas cinco ediciones disputadas. Los octavos de final se adivinan como la frontera en Brasil, porque de superar la -en principio- cómoda fase de grupos, allí esperaría una potencia como Uruguay, Inglaterra o Italia.
Un reto mayúsculo para una selección plagada de jugadores brillantes, especialmente en ataque, que se conocen a las mil maravillas desde incluso antes de llegar al equipo nacional porque muchos comparten origen en la academia del ASEC Mimosas, el club más laureado de Costa de Marfil. Es el caso de Yaya Touré, uno de los mejores centrocampistas del planeta y el jugador sobre el que pivota todo el juego marfileño, hasta el punto de que el seleccionador, Sabri Lamouchi, plantea una guardia pretoriana en la medular para dar más libertad creativa al futbolista del Manchester City, inteligentísimo sin balón y sorprendentemente creativo a pesar de su físico con él.
Touré compartirá focos en Brasil con el eterno Didier Drogba, centenario ya con su selección, que a pesar de sus 36 años conserva todavía muchísimo fútbol y un innegable instinto asesino dentro del área. Pero Costa de Marfil es mucho más que Touré y Drogba, enormes las posibilidades del equipo en ataque con jugadores de primera línea como Salomon Kalou, Gervinho o el jovencísimo Wilfried Bony, primer candidato a liderar la nueva generación que se abre paso poco a poco en Costa de Marfil.
Los problemas para el equipo africano vienen por una defensa extremadamente frágil que no encuentra consuelo posible en la portería, defendida por un irregular Barry Copa que no es seguro de nada. La línea de cuatro se sostiene a duras penas por la solvencia de Kolo Toure o incluso de Zokora si no es reclamado en el doble pivote y del lateral derecho, Serge Aurier, un casi desconocido en Europa llamado a ser una de las revelaciones de este Mundial. En cambio, el flanco izquierdo es un agujero para el equipo, que sufre mucho atrás si no funcionan las coberturas de los pulmones del centro del campo.
Brasil será también el examen definitivo para el seleccionador marfileño, Sabri Lamouchi, designado por sorpresa y criticado por los medios locales después de caer contra Nigeria en la pasada Copa de África por su falta de creatividad en la pizarra. En sus manos tiene pasar a la historia como los Eriksson, Zahoui o Halihodzic que fueron incapaces de sacar provecho de un equipo notable o, por el contrario, guiar a Costa de Marfil por primera vez en su historia a los cruces de un Mundial.
Grupo C
Selección | PJ | G | P | E | GF | GC | +/- | PTS | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1 | Colombia | 2 | 2 | 0 | 0 | 5 | 1 | 4 | 6 | |
2 | Costa de Marfil | 2 | 1 | 1 | 0 | 3 | 3 | 0 | 3 | |
3 | Japón | 2 | 0 | 1 | 1 | 1 | 2 | -1 | 1 | |
4 | Grecia | 2 | 0 | 1 | 1 | 0 | 3 | -3 | 1 |