El Fútbol Es Injusto · Mundial Brasil 2014
El Fútbol Es Injusto · Mundial Brasil 2014
junio, 2014

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La cuestión es recurrente porque, según dicen, para los intereses económicos de la FIFA que el organizador llegue lo más lejos posible es una buena noticia. Por eso las sospechas sobre las ayudas a la selección local se dispararon, tal y como pasó en Argentina 78, en el Mundial disputado en Corea del Sur y Japón.

Al parecer, la FIFA concedió la organización de aquella Copa del Mundo para expandir y popularizar el fútbol en Asia. Cuestión de dinero, vamos. Pero lo que nadie se esperaba entonces es que Corea del Sur, una selección sin apenas nombre en el panorama internacional, se colara hasta las semifinales del torneo.

A la historia ya han pasado dos partidos, las eliminatorias de octavos y cuartos de final contra Italia y España, y los nombres de dos árbitros desde entonces bajo sospecha por la llamativa concentración de decisiones polémicas. Contra Italia, el ecuatoriano Byron Moreno expulsó a Totti y anuló un gol legal a Tomassi. En el partido que midió a Corea contra España, el árbitro egipcio Gamal Al Ghandour anuló primero un tanto a Iván Helguera por supuesta falta y, sobre todo, invalidó otro balón enviado a la red por Morientes porque supuestamente el balón se había marchado fuera en el centro de Joaquín. Las caras de los españoles, sobre el césped, en el campo y frente al televisor, eran un poema.

Años después de aquel drama para España, Al-Ghandour seguía en sus trece y aseguraba que fue uno de los mejores arbitrajes de su carrera, limitando la responsabilidad por el evidente fallo en ese centro de Joaquín que jamás salió al juez de línea.

Para España la eliminación fue un drama porque eran años en los que los cuartos de final parecían una frontera infranqueable, de ahí las lágrimas de Joaquín, el cabreo monumental de Iván Helguera y, en general, la incredulidad de un país. Una década más tarde parece que, por encima de las malas decisiones del trío arbitral, tanto a Italia o a España debería habérseles exigido ganar cómodamente a una selección menor como Corea del Sur, que difícilmente se verá en un brete parecido.

 https://www.youtube.com/watch?v=Vthzw_u7jd4

Matt Le Tisier

Apasionado del fútbol. Editor de elfutbolsegunmatt.wordpress.com. Socio del Atlético de Madrid.

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Francia 1998: El misterio Ronaldo
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Ronaldo Luiz Nazario de Lima fue el mejor jugador del mundo a temprana edad. Su talento y potencia con la pelota en los pies era sublime, incluso ante las defensas más cerradas y difíciles del mundo, las de la Serie A italiana. A los 21 años ya había ganado un Ballon d’Or después de ganar también el pichichi durante su única temporada en el FC Barcelona, y terminó segundo en la tabla de anotadores en su primera temporada en el Internazionale. Ese verano de 1998, con la 9 verdeamarelha en la espalda, se disponía a disputar la final del Mundial para darle a Brasil el pentacampeonato. Sí, Ronaldo era un predestinado.

Cuenta la historia que un par de horas antes de esa final, en la habitación del hotel donde se concentraban los jugadores de Brasil, Roberto Carlos vio a su compañero de habitación, Ronaldo, convulsionar descontroladamente mientras dormía. Cuando faltaba poco más de una hora antes del inicio de la final, en la hoja oficial del partido no aparecía el nombre de la máxima estrella mundial entre los titulares, había sido llevado a urgencias. En el hospital los médicos lo examinaron y le dijeron que todo estaba bien, no había problemas neurológicos o cardíacos, habría sufrido un simple ataque de nervios. Tener el peso de todo un país a los 21 años puede provocar eso.

Con el alta médica y la afirmación del propio jugador de sentirse apto para jugar, regresó a la concentración del equipo para ser agregado a última hora a la lista de titulares. El entrenador brasileño, Mario “Lobo” Zagallo, cuenta que tenía dudas acerca del estado de Ronaldo pero una vez que el jugador daba su consentimiento voluntario para jugar no podía arriesgarse a dejarlo fuera porque la presión de la prensa habría sido terrible. El pentacampeonato podía estar en los pies de O Fenômeno.

Era el Mundial de Ronaldo, era la final de Ronaldo; o al menos eso pensaba el mundo entero, pero la crónica del partido revelaría otra realidad. La estrella del Internazionale deambuló por el campo del Stade de France durante 90 minutos, perdido y sin rumbo; esa noche el verdadero fenómeno fue Zidane. ¿Hubiese ganado Brasil con Ronaldo al 100%? Nunca lo sabremos. Lo cierto es O Fenômeno tuvo que esperar 4 años para volver a la final, esta vez en Yokohama, y devolverle a Brasil los goles que le robaron los nervios en Paris. Como decimos aquí, el fútbol es injusto, pero solo a veces.

 https://www.youtube.com/watch?v=zVfiMh-VH20

Arturo Loaiza

Arturo Loaiza

"El fútbol más simple es el más complejo de lograr, y eso es lo que este italo-venezolano al mundo tratará de explicar. Mi mundo es de cuero y está lleno de aire. Vinotinto es mi sangre. Azzurro es mi corazón. Rossonera es mi piel. Fútbol es mi pasión".

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Luis Enrique codazo

Aquella tarde de julio España volvía a llorar frente al televisor, sin consuelo posible al caer otra vez en los cuartos de final del Mundial, pero sobre todo por la manera de decir adiós en los malditos cuartos, por el codazo de Tasotti a Luis Enrique, el terrible fallo de Salinas ante Pagliuca, los condenados nervios, el fallo del árbitro y el imborrable gol de Roberto Baggio. Un partido grabado a fuego en la memoria colectiva de jugadores y aficionados durante catorce años, hasta que los chicos de Luis Aragonés comenzaron a reescribir la historia de la selección en una tanda de penaltis contra Italia.

De vuelta a Estados Unidos, a ese encuentro de Boston la selección española llegaba tan confiada como siempre -o más con Clemente a la cabeza- pero con un clima complicadísimo, rotas las relaciones del seleccionador con los periodistas. «Más que el partido, me preocupa lo que escribe la prensa. Sois el desánimo. No sé para que narices hablamos y hacemos ruedas de prensa», llegó a decir el técnico de Barakaldo antes del trascendental choque contra una Italia que se presentaba a la pelea desfondada después de haber eliminado a Nigeria en octavo de final sobre la bocina, prórroga incluida.

España contaba con un equipo notable, lejísimos claro de la actual generación, que se alimentaba sobre todo de jugadores del Barcelona de Johan Cruyff con los Zubizarreta, Goikoetxea, Guardiola, Bakero, Sergi, Julio Salinas y compañía, aunque el estilo de Clemente nada tenía que ver con el de los azulgrana. Aún así, España demostró tener capacidad para apostar por el toque en vez del juego directo -la forma elegante de hablar del pelotazo- en el empate del segundo partido del Mundial ante la temible Alemania, a la que superó en juego y ocasiones.

Las ilusiones por alcanzar la primera semifinal de un Mundial se dispararon ante aquel partido de Foxborough. Y aparecieron los nervios. España jugó acartonada la primera mitad, sin ritmo ni velocidad, hasta el punto de que la sacudida del gol de Dino Baggio apenas cambió el panorama. El cambio se fraguó en el descanso, cuando España se miró en el espejo para quitarse los complejos y jugar de tú a tú contra Italia en la segunda parte, inmenso el equipo con y sin el balón a través de una exhibición enorme de sacrificio. Había, en definitiva, mucho más fútbol que el manido pelotazo. A medida que España crecía, Italia se hacía cada vez más pequeña y el empate terminó por llegar con un disparo desde la frontal de Caminero.

La selección española, por fin, tocaba con los dedos las semifinales de un Mundial. Y el temporal no amainó para una Italia irreconocible, superada por el arrojo de los hombres de Clemente y obligada a dar un paso atrás. A siete minutos del noventa un balón en largo sorprendía a la defensa de Arrigo Sacchi, Julio Salinas se plantó solo contra Pagliuca y, con media España con los brazos ya en alto, al delantero se le apagó la luz y acabó echando el balón a los pies del portero. «Siempre recordaré este gol, ese fallo», dijo después del partido Salinas, que no se escondió ante los medios a pesar de su lamentable fallo. Italia, que sobrevivía en el alambre ante una España volcada que apuraba sus opciones antes de la prórroga, todavía tenía una bala guardada. Y la disparó nada menos en el minuto 87. Berti vio a la defensa española descolocada y puso un balón en largo que tocó magistralmente Signori hacia Roberto Baggio, que no se permitió el lujo de perdonar ante Zubizarreta.

Los últimos minutos resultaron un drama, con España a la desesperada para lempatar de nuevo el partido. En esas llegó un centro desde la derecha de Goikoetxea que viajó hacia el segundo palo, pero Luis Enrique no apareció: estaba en el suelo por culpa de un evidente codazo de Mauro Tassotti que le fracturó la nariz. El árbitro del encuentro, Sandor Puhl, considerado uno de lo mejores de la época y seleccionado para dirigir días después la final, no vio la agresión para desesperación de todo un país y especialmente de Luis Enrique, desatado por la rabia de vivir en primera persona una de las eliminaciones más injustas de España en un Mundial. Y eso no es poco. Aquel codazo se convertiría en la imagen de la maldición española de los cuartos de final para toda una generación y, además, fue la primera vez que la FIFA utilizó el vídeo para castigar de oficio a un jugador: Tasotti fue sancionado con siete partidos de suspensión y jamás volvió a vestir la camiseta de Italia. La venganza de España se sirvió fría, catorce años después en Viena, pero marcó el inicio del mayor ciclo de éxitos de una selección que todavía quiere elevar su techo en Brasil.

 https://www.youtube.com/watch?v=NNzN0qJsN4s

Victor Pérez

Victor Pérez

Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Fundador de FIFAChampions y administrador de El Fútbol es Injusto

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Italia 1990: La venganza más injusta
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Si una herida está grabada a fuego en el corazón del hincha argentino es la de aquella fatídica noche en el Olímpico de Roma de 1990. El destino, el azar, la casualidad —o incluso una mano negra para los más atrevidos— hicieron que Alemania Federal se cobrara una venganza, la más cruel y fatídica para cualquier amante del fútbol… de penalti injusto.

Cuatro años atrás, la selección germana había sucumbido en el mundial de México 86 por 3-2 en la final, el año que Diego Armando Maradona escribió la gloria más sublime para el continente latinoamericano. El camino para esta confrontación no fue sencillo para ninguno de los dos contendientes, Alemania eliminaba en semifinales a Inglaterra, mientras que Argentina lo hacía con el anfitrión Italia. Ambos encuentros se consiguieron tras una prórroga y lanzamientos de penaltis.

El 8 de Julio de 1990 en el Stadio Olímpico di Roma se daban cita en la final Alemania y Argentina, el fútbol daba una nueva oportunidad a los alemanes de sacudirse el polvo de la derrota en el 86, para Argentina la ocasión de volver a alcanzar el paraíso, la gloria eterna reservada para los mejores, aquella que recordarían niños para contárselo a sus nietos.

Una leve brisa rozaba las estrechas calzonas de aquellos héroes en la más perfecta representación heroica de un país, con el corazón desgarrándose desde las entrañas imaginando a toda una nación postrada al televisor, aparcando sus miedos y desgracias, dispuestas a subirse a una montaña rusa de adrenalina en busca del éxtasis infinito, Roma como mirada fija de todo un planeta, Roma como mirada y obsesión de dos países.

En el minuto 85 algo cambiaría todo, Rudi Völler se adentraba vivaz y atrevido en el área Argentina, con la mirada clavada en el esférico, cuando de repente una pierna albiceleste va al cruce, fuerte y segura hacia el balón como si no hubiera mañana, Roberto Sensini ignoraba que pasaría a formar parte de la historia negra de la injusticia del fútbol. El Mejicano Edgardo Codesal no lo duda ni un instante y señala el punto de penalti. En aquel instante Latinoamérica da un vuelco, los relojes alemanes se paralizan, Roma deja de respirar por escasos segundos… el Mundial se podía decidir en ese instante y todos eran conscientes de ello.

Los argentinos cerraban sus puños mientras la cólera y la indignación se apoderaban de ellos, rodeaban al colegiado que con mirada desafiante no escuchaba palabras, había tomado una decisión y nadie iba a convencerlo, movían el balón del punto de penalti, gritaban a la vez que sus ojos parecían salirse de sus órbitas y es que hasta 7 largos minutos pasaron desde que se señaló la pena máxima hasta que se pudo lanzar.

Andreas Brehme como juez y verdugo, a once metros Goycochea con el ahínco esperanzador de atajar una copa que se le deslizaba como arena entre los dedos en aquel mismo instante. El ’3′ alemán permaneció con mirada fría, impasible para ejecutar un lanzamiento tan minuciosamente mecánico como cualquier motor de Volkswagen, la pelota se cruzó por el palo diestro de Argentina ante una estirada inútil.

Un punzón terrible y trágico para el corazón de la pampa, la forma más injusta y cruel de perder una final, algunos hablan de conspiraciones, otros de injusticia…y a otros simplemente se les hiela el corazón, al volver a ver con la frialdad con la que Andreas Brehme cobró la venganza —sabiendo y reconociendo como años después dijo que la entrada de Sensini fue correcta—; con la mirada de un hombre que cumple con su rutina sin pedir explicaciones… como si cenar habiendo ganado una Copa Del Mundo hubiera sido lo más corriente.

https://www.youtube.com/watch?v=TbCnW2j2rpM

Yasser Tirado

Yasser Tirado

Escritor que pretende hacer del fútbol una literatura de mesilla de noche, un enfoque distinto entre la densa niebla. Podéis ver mis proyectos en www.memoriasdeunbar.com

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Primer día del mes de junio del año 1986. La familia entera reunida junto a aquellos televisores de infinitas dimensiones y definición reducida. Daba igual. Jugábamos contra Brasil. Los más viejos del lugar abrasaban los tímpanos de los más benjamines con el nombre de Cardeñosa y su ridículo fallo ante la canarinha en el Mundial del 78. Los nuestros, querían revancha. La necesitaban.

Tras ver como volaba el título Europeo dos años atrás bajo las axilas de Arconada, aquel día, Miguel Muñoz alineaba un equipo repleto de gladiadores para contener los bailes y magia brasileños. Zubi, Tomás, Goiko, Maceda, Camacho, Julio Alberto, Víctor, Francisco, Míchel, Butragueño y Julio Salinas. Y a fe, que le dio resultado. Con mis 12 añitos inocentes recuerdo vibrar junto a mi progenitor empujando a nuestra selección desde aquel viejo sofá de “skay” que tantos nietos había visto pulular.

Cada oportunidad errada, el fantasma del viejo Cardeñosa volvía a aparecer. Y mi cerebro en desarrollo se preguntaba una y otra vez quién sería. Nunca lo olvidaría. Tras un córner en el Estadio Jalisco de Guadalajara, el balón llegaba en la frontal del área a Míchel que controlaba con el pecho y tras dejarla botar, empalaba un latigazo que iba directo a la escuadra de Carlos. Todos sabemos qué sucedió. “La bola, entró“. Sin duda alguna. Pero el colegiado australiano Chris Bambridge, acostumbrado a otro tipo de fútbol, decidió hacerse el aborigen y dejar seguir la jugada.

Instantánea imposible de olvidar
(colgadosporelfutbol.com)

Los gritos, insultos, improperios, maldiciones y la más triste desesperación se apoderaban de todos y cada uno de los hogares que comprobábamos cómo a España se le estaba privando de un resultado, probablemente, histórico. No acabaría ahí la injusticia hacia los nuestros en aquel encuentro. Sócrates nos daría la puntilla en el minuto 62 en un claro fuera de juego y con, si cabía, más sorna: el balón era rechazado también por el travesaño y caía a la cabeza del taconeador por excelencia. “En línea“, sí, pero en aquellos tiempos significaba FUERA DE JUEGO. 1-0, y a lamentarse.

La historia se cebaba con “La Furia“. “Lo peor de esto, es la cara de tonto que se te queda“, fue la expresión junto con “Jugamos como nunca y perdemos como siempre“, que toda una generación arrastró en distintas ocasiones hasta que un buen día decidimos bailar el triunfo de un estilo al ritmo del “Waka Waka“.

Sí, el Fútbol es Injusto, a veces. Pero suele devolverte lo que un día te quita.

¿Por qué no un “Maracanazo” este verano?

“Pero … ¿¿¿cómo no lo ha visto???”
(giphy.com)

 

https://www.youtube.com/watch?v=BYCwnaqHVpE

Javier Ferrer

Javier Ferrer

Murcianico, "pater familias", abogado de a pie, amante del deporte rey y de mi "gente", del mar, la cocina y el cine. Autor de eldisparatedejavi.com y, en mis ratos libres, cronista aficionado. Si me preguntas quién fue el mejor de todos los tiempos, te responderé sin pestañear: Diego Armando Maradona ;) Eso sí, siempre con un poquito de "mala leche".

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España 1982: Conmoción en el Pizjuán
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8 de julio de 1982. El calor del verano apretaba en España y por supuesto en Sevilla. El Ramón Sánchez Pizjuán se preparaba para vivir una de las batallas más épicas que se han podido ver en la historia de la Copa del Mundo. Y también uno de los episodios más escalofriantes.

El mediocampo galo formado por Platini, Tigana, Giresse y Genghini causaba sensación y se quedaba como único representante del Jogo Bonito en España una vez eliminada Brasil. Puro romanticismo. Fútbol de seda. Sin duda los franceses eran los buenos en este enfrentamiento.

Enfrente Karl-Heinz Rummenigge se erigía como líder de una máquina trituradora. Un equipo que no brillaba en lo técnico pero que siempre que tenía que ganar lo hacía. Futbolistas físicamente privilegiados y mentalmente programados para no venirse abajo en ninguna circunstancia. La Alemania Federal de siempre. Los malos de la semifinal.

Encontrarse en un callejón oscuro con Manfred Kaltz o Hans Peter Briegel, ilustres laterales de aquella selección, podía ser motivo más que suficiente para salir corriendo. Pero si había un futbolista intimidador por excelencia ese era Harald Toni Schumacher. No fue Schumacher un arquero brillante y su protagonismo en España 82 tuvo más que ver con su carácter que con sus estiradas. Cierto que solamente contemplar un plano corto suyo mascando chicle podía atemorizar al más pintado. En sus ojos no existía el miedo y podía equivocarse pero absolutamente nunca dudaba.

Lo que sucedió en el minuto 57 de partido persiguió durante muchos años  al sucesor de Sepp Maier. Con empate a uno en el marcador, un pase perfecto de Michel Platini encuentra solo en el carril central a Patrick Battiston, recién ingresado al terreno de juego en sustitución de Genghini. Schumacher sale a destiempo, cruzándose en la jugada tarde. Tardísimo. En ningún momento intenta evitar el choque. Su cadera impacta con la cabeza del jugador francés provocándole daños tan serios como una conmoción cerebral y la fractura de una vértebra. La imagen es espeluznante. ¿Penalti claro y expulsión inmediata? El holandés Corver señala saque de portería. Mientras las asistencias intentan recuperar a Battiston, Schumacher juguetea con el balón a la espera de poder sacar de puerta. Irrepetible estampa del malo malísimo tras haber noqueado al bueno.

Aquella decisión arbitral pudo cambiarlo todo, terminando los 90 minutos con empate. Lo de después fue mítico, con una prórroga y una tanda de penaltis que condujo a Alemania a  la final frente a Italia. Como tantas veces pasa en la vida real, los malos salían triunfadores.

Battiston tardaría 6 meses en recuperarse pero terminaría por perdonar a Schumacher aquel incidente que perfectamente le pudo costar la vida. Pero la fama de carnicero perseguiría para siempre al irrepetible guardameta germano.

https://www.youtube.com/watch?v=1UnMBH3EGWM

Pepe Sarria

Me encanta el deporte en general y el fútbol en particular. Soy fan del Celta y enamorado del fútbol de selecciones. Holanda de Cruyff, Brasil de Tele Santana, Colombia de Valderrama o Francia de Zidane son solo algunas de mis favoritas.

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