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Como en una abdicación monárquica, Karim Benzema se ha encontrado de repente con todo el peso del liderazgo. Ribéry no ha llegado a tiempo e instintivamente todos han mirado al unísono al nueve como abanderado de una generación que necesita y quiere explotar de manera rotunda en Brasil.
Karim no es un nueve al uso, un caza goles, sino más bien un generador de ocasiones. Su hábitat perfecto se encuentra en la segunda línea, creando y dejando espacios entre la defensa para la llegada de sus compañeros. En ocasiones tiende a irse a la banda –tanto izquierda como derecha– y no duda en rematar la jugada cuando sea preciso.
Su rol en el Real Madrid ha llevado lugar a numerosas críticas porque de él siempre se exige un alto número de goles, pero Karim no es un «9» puro. De todas formas, ha sabido combinar tras mucho esfuerzo la faceta de mantener un número decente de goles por temporada ante la exigente afición del Santiago Bernabéu.
Si ha tenido que aguantar críticas en ocasiones en su club, en su selección han sido más voraces, durante un tramo de la clasificación mundialista, Benzema llegó a perder la titularidad en favor de un Oliver Giroud que empujaba fuerte. En Brasil se espera un Benzema con la moral por las nubes –recientemente campeón de Champions–, un chico que tome el testigo del liderazgo sin presión, con todo el orgullo del mundo de ser adalid de un país entero.
De Karim se ha visto lo mejor y lo peor, su famoso «trote cochinero» ha desquiciado al graderío en numerosas ocasiones, pero él entiende el fútbol de una manera distinta. No ve una necesidad imperiosa de correr y desgastarse por el campo los 90 minutos, sino que prefiere guardar fuerzas para una estampida, para una arrancada como hacía su ídolo Ronaldo . Es más, en el delantero galo se atisban retazos del carioca, algunos gestos, movimientos, y es entonces cuando Benzema da la de cal y muestra la mejor versión, la de un futbolista con una magia inagotable, el de un talento prodigioso al alcance de muy pocos.
Con él se tiene esa sensación envenenada, de venderlo sin piedad a las primeras de cambio o amarlo por siempre, rendirse a sus pies y entregarle el próximo Balón de Oro, como los coletazos de un amor adolescente, enérgico y alocado.
Benzema llega a Brasil en el mejor momento anímico, en plena madurez deportiva y ante un reto apasionante, con la ilusión tremenda y la soga de la presión un poco más holgada por lo que se espera de Francia, llegar a lo más lejos posible pero no ante una necesidad imperiosa de victoria.
En Brasil deberá sentirse cómodo, orgulloso de liderar con sus goles a todo un país, con su insultante elegancia, como un gato que pasea por los tejados de París y se duerme con los murmullos del Sena mientras la Torre Eiffel contempla los últimos rayos de sol, allí cuando la ciudad duerme y Benzema sueña, con hacer el mejor mundial de todos ¿Y por qué no? Traerse la Copa del Mundo.
Yasser Tirado
Escritor que pretende hacer del fútbol una literatura de mesilla de noche, un enfoque distinto entre la densa niebla. Podéis ver mis proyectos en www.memoriasdeunbar.com
Desde su eclosión en el panorama futbolístico internacional en la Eurocopa de 2008, Luka Modric se encuentra en un permanente estado de evolución que le ha llevado a ser considerado como uno de los mejores jugadores del planeta.
Luka llega al Campeonato del Mundo en el mejor momento de su carrera y a sus 28 años ha alcanzado la plena deportiva. Su temporada en el Real Madrid se puede calificar como fantástica y es que, si el club blanco ha competido hasta el final por todos los títulos, es en gran parte responsabilidad suya. En esta 2013/14 ha confirmado lo que se vislumbraba a finales de la campaña anterior: es el centrocampista total.
Su jerarquía en la parcela ancha del campo es incontestable. Posee una capacidad sobresaliente para distribuir el balón gracias a su excelente visión de juego. Domina con una facilidad asombrosa el pase, tanto en corto como en forma de desplazamientos en largo, algo que permite a sus equipos alternar diferentes estilos de juego en función de lo que requiera cada partido. Y todo esto acompañado de una gran inteligencia que le permite manejar el tempo de los partidos con la precisión de un reloj suizo.
La influencia del futbolista de Zadar en el apartado ofensivo es muy notable. Su exquisita técnica le permite deshacerse de cuantos rivales salgan a su paso haciendo gala de una conducción del balón precisa y veloz. Además, su presencia en las cercanías del área rival es sinónimo de peligro ya que su disparo de larga distancia, una combinación de colocación y potencia, suele ser protagonista de algunos de los mejores goles del año temporada tras temporada.
Sin embargo, la virtud que más ha desarrollado Modric en los últimos tiempos, la que le ha ayudado a convertirse en un futbolista muy completo, es la disciplina táctica y defensiva. Pese a contar con un físico liviano y aparentemente frágil, esto no le impide ser un luchador incansable a la hora de arrebatar el esférico al contrario sin rehuir jamás el contacto físico. Su capacidad de sacrificio atrás es incuestionable y es habitual verle realizando coberturas defensivas cada vez que sus compañeros lo necesitan, complementando estas virtudes con una gran facilidad para anticiparse a los atacantes rivales a la hora de la recepción del esférico.
Debido a que Croacia no consiguió clasificarse para la anterior cita de Sudáfrica 2010, el combinado nacional se presenta en Brasil con la ilusión de hacer un gran papel. El objetivo realista debe ser alcanzar los octavos de final, pero el sueño del “10″ es liderar a su selección y emular los éxitos que enorgullecieron a todo el país, conseguidos por los Suker, Boban o Jarni en Francia 98.
Pablo Ortega
1987. Apasionado del fútbol. Redactor en El Fútbol Es Injusto.
A sus 36 años el Mundial de Brasil se dibuja en el horizonte como última parada para Didier Drogba, la cara más reconocible de Costa de Marfil durante la última década y uno de los jugadores africanos más brillantes de la historia, tan temible como siempre dentro del área y con la determinación de conseguir de una vez por todas meter a su selección entre, al menos, las mejores dieciséis del planeta.
A estas alturas, ganador tres veces de la Premier League y héroe indiscutible en la Champions conquistada por el Chelsea en Múnich, nombrado mejor jugador de la historia «blue», máximo goleador y centenario con su selección, nadie discute la calidad de un Drogba que todavía impone por su físico, por su habilidad para jugar con y sin balón, su inteligencia para leer los partidos, su sacrificio y, por encima de todo, su instinto asesino dentro del área.
Pero Drogba es mucho más que una estrella en Costa de Marfil. Es un líder, un motivo de orgullo y admiración para el pueblo marfileño, que reconoce al delantero como uno de los suyos por su papel activo en la lucha por la paz durante las dos guerras civiles que han destrozado al país africano en la última década. Embajador de Buena Voluntad de la ONU, el compromiso de Didier Drogba con la comunidad -a través de su Fundación- allá donde va es palpable por mucho que se empeñe en que su nombre quede en un segundo plano: ha financiado la construcción de un hospital en su ciudad natal, donado dinero a las víctimas de las inundaciones en África Occidental, rescatado al mítico Levallois Sporting francés en el que comenzó su carrera o, más recientemente, ha destinado un millón de euros a las familias de las víctimas del accidente minero en Soma (Turquía) que costó la vida a más de 300 personas.
Drogba aterriza en Brasil sin destino de vuelta conocido, cerrada oficialmente su etapa en el fútbol turco después de un año y medio plagado de títulos con una notable aportación en el plano individual esta última campaña: 14 goles en 31 partidos, reflejo de que todavía tiene cuerda para pelear al mejor nivel. Su objetivo es demostrarlo por última vez en Brasil para conducir a Costa de Marfil al mejor resultado de su historia. El final soñado para uno de los jugadores africanos más grandes de todos los tiempos, dentro y fuera del campo.
Victor Pérez
Licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual. Fundador de FIFAChampions y administrador de El Fútbol es Injusto
“Trabajaré mucho para llegar al Mundial”, aseguró el delantero uruguayo del Liverpool de Inglaterra, Luis Suárez. Fue intervenido quirúrgicamente por una lesión en los meniscos de su rodilla y es una incógnita saber cómo llegará a la Copa Mundial de la FIFA en Brasil.
De excelente campaña en el Liverpool de Inglaterra, algunos de los máximos clubes europeos, entre ellos el Real Madrid, ya piensan en el uruguayo para reforzarse. Y tienen sus razones, las estadísticas de Suárez lo dicen todo. Esta temporada dio 12 asistencias y marcó 31 goles en 33 partidos, un promedio altísimo que iguala nada menos que al del atacante portugués, Cristiano Ronaldo. El Liverpool realizó un gran semestre y supo liderar la Premier League durante buena parte de la temporada, sin embargo, algunos errores cometidos sobre el final que fueron bien aprovechados por el Manchester City dejaron a los rojos sin el título.
Este será la segunda participación mundialista de Suárez. En Sudáfrica 2010 compartió el ataque de la selección de Uruguay con Diego Forlán que fue figura y luego elegido mejor jugador de aquella Copa del Mundo. A diferencia de 2010, Suárez llega a Brasil 2014 como el principal delantero de su seleccionado por su presente y por su potencial. Algo a tener en cuenta es cómo influirá la presión en el atacante. Su desempeño también tendrá que ver con el de Uruguay, que llega en un menor nivel que en Sudáfrica 2010 donde fue el equipo revelación y obtuvo el cuarto puesto detrás de Alemania.
Suárez se destaca por su capacidad goleadora, su peso dentro del área y su potencia. Hay dos factores que pueden complicar su rendimiento en el mundial: la importante operación que sufrió en su rodilla (meniscos) a tan sólo 23 días del comienzo del certamen, y el rendimiento del equipo uruguayo, que comparte el Grupo D con dos potencias mundiales como Italia e Inglaterra.
Matias Rodriguez F.
Hincha de River Plate. Periodismo en ETER. Historia (UBA). Me lees en @elpezdigital y en @Futbolesinjusto.
Pequeño, eléctrico, potente, técnico y un sinfín de calificativos que podríamos usar para describir a la nueva esperanza belga del balompié. Eden Hazard, apodado por algunos el “nuevo Messi” y empujado por muchos al top three de referentes actuales de este deporte, tras el propio argentino y Cristiano Ronaldo, tiene la oportunidad única de exhibirse ante el mundo del deporte Rey en Brasil escudado por una Selección que, para el que suscribe, va a dar mucho que hablar en la cita veraniega.
Zinedine Zidane ya machacó la agenda blanca solicitando su fichaje el mismo verano que convenció a la cúpula blanca para que trajera a un central joven de un equipo recién descendido. “Demasiada juventud“. Tal vez ésa fue la respuesta que recibió el crack de origen argelino a sus ruegos.
Tras conseguir un doblete histórico en Francia con el Lille en la temporada 2010/2011 y pasear con su escuadra por Europa la temporada siguiente, los anzuelos ya estaban echados para la joven perla belga. El Chelsea fue quien finalmente apostó por hacerse con sus servicios y, desde entonces, y como bien se intuía, ha llevado una línea ascendente en su juego. Goles y asistencias a una velocidad endiablada hacen de él un jugador franquicia al que todavía le queda mucho recorrido.
Bélgica está de enhorabuena. Tiene a un puntal de máxima valía para este verano y muchos años más. Y Hazard, también tiene motivos para la celebración. La escuadra flamenca, para el que suscribe, tiene uno de los onces inciales más competitivos y de calidad que el aficionado puede ver en el Campeonato Máximo. Desde la portería a la delantera, las líneas son firmes. La valloneta, Eden.
Regate, tiro (también a balón parado) y pase, todo a ritmo de vértigo. Señoras y señores, no le quiten ojo. Brasil 2014 es una cita para la que este joven jugador está más que preparado si las lesiones le respetan en estos meses que restan.
Nadie dudó en dejarle el dorsal de los elegidos. ¡Y pobre del que se atreva a hacerlo! Bien de extremo, bien de media punta, a este juego, nadie dijo que se jugara andando. Y Hazard lo hace volando.
Javier Ferrer
Murcianico, "pater familias", abogado de a pie, amante del deporte rey y de mi "gente", del mar, la cocina y el cine. Autor de eldisparatedejavi.com y, en mis ratos libres, cronista aficionado. Si me preguntas quién fue el mejor de todos los tiempos, te responderé sin pestañear: Diego Armando Maradona ;) Eso sí, siempre con un poquito de "mala leche".