-”No sé cómo hará, pero Italia debe ganar este campeonato“.
-”Haremos todo lo posible…“
-”No me ha comprendido bien, general… Italia debe ganar este Mundial. Es una orden“.
La conversación de Benito Mussolini con Giorgio Vaccaro, presidente de la Federación Italiana de Fútbol, resumía la filosofía del politizado mundial de 1934. Faltaban apenas dos años para que estallase la Guerra Civil en España, mientras que en Alemania Adolf Hitler comenzaba a sentar las bases que desembocarían en la Segunda Guerra Mundial. Pero en aquel momento la Copa del Mundo que organizaba Italia se convertía en un poderoso instrumento propagandístico del fascismo de Il Duce.
El 31 de mayo de 1934 se vivía en el estadio Giovanni Berta de Florencia el partido de cuartos de final entre España e Italia. Hay quien habla de que aquella fue una de las mejores selecciones españolas de la historia, con nombres ilustres como Zamora, Quincoces, Gorostiza, Lángara o el deportivista Chacho. Pero Italia también contaba con una escuadra muy potente, encabezada por Giuseppe Meazza, quien causaba baja para este choque.
Aquel partido, tras prórroga, terminó con empate, goles de Regueiro y de Ferrari, este último tras una falta a Zamora que el belga Louis Baert no señaló. La permisividad arbitral propiciaba 7 bajas en las filas españolas y 4 en las italianas, destacando las dos costillas fracturadas de El Divino. El balance final de la batalla era favorable a los italianos, que además recuperaban para el partido de desempate a Meazza. Un choque que tendría un protagonista, el argentino nacionalizado italiano Luis Monti.
Monti, centrocampista destructivo, había sufrido amenazas de muerte en Uruguay 4 años antes vistiendo la Albiceleste. El desprecio que sufrió por su falta de intensidad en la final ante Uruguay le llevó a abandonar el país y fichar por la Juve, lo que le permitió nacionalizarse italiano y disputar el siguiente mundial con la Azzurra. En el encuentro de desempate frente a España se dedicó a repartir estopa a diestro y siniestro, como reconoció Raimundo Orsi, otro de los argentinos de aquella selección:
“Menos mal que ganamos. Mejor dicho, ganó Monti. Les pegó a todos, creo que hasta al seleccionador español. El árbitro no vio nada en el gol de Meazza y los españoles le querían matar. Pero eligió: si lo anulaba le mataban los italianos”
Las palabras del propio Monti resumen su historia: “En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y en Italia, cuatro años más tarde, si perdía”
España caía derrotada por 1-0, con gol de Meazza tras otra flagrante falta sobre el guardameta Nogués que el suizo René Mercet ignoraba. Otra injusticia. Aunque en 1934 la única justicia que valía era la del fascismo de Mussolini.
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Me encanta el deporte en general y el fútbol en particular. Soy fan del Celta y enamorado del fútbol de selecciones. Holanda de Cruyff, Brasil de Tele Santana, Colombia de Valderrama o Francia de Zidane son solo algunas de mis favoritas.