No hay recompensa sin sufrimiento
Ha llegado la hora de las notas finales. Los alumnos han estado realizando un trabajo duro, y es el momento de recoger los frutos de un curso que se hace ya muy largo para muchos y especialmente tenso para unos pocos. El ascenso a la Primera División ha sido una carrera de fondo que llega a sus últimos metros con los aspirantes que han estado en esa situación durante toda la temporada. A diferencia de otras temporadas, no ha habido prácticamente cambios en las primeras posiciones de la tabla clasificatoria: Betis, Girona, Sporting, Las Palmas y Valladolid han estado durante todo el año en los primeros puestos; con los altibajos lógicos y normales de un largo año, pero siempre en los puestos punteros de la clasificación, con alternancias y con muy pocas diferencias de puntos. El sexto clasificado siempre ha estado lejos de ese quinteto de cabeza. En otras campañas siempre ha habido equipos que no han aguantado el tirón de los de delante y se han ido cayendo hacia abajo, al igual que equipos que han venido desde atrás y han acabado con mucha fuerza.
El Betis certificó por méritos propios su ascenso hace dos jornadas. El equipo andaluz, con probablemente la mejor plantilla de la categoría, comenzó una trayectoria ascendente tras la llegada de ‘Pepe’ Mel que le llevó a no tener que depender de rivales ni de resultados. Una vez que alcanzó el liderato en la segunda vuelta ya no lo ha soltado hasta alcanzar el objetivo. Sin lugar a dudas, una dupla atacante compuesta por Rubén Castro y Jorge Molina es un aval más que suficiente para no tener que sufrir agobios clasificatorios en el tramo final de Liga.
Cuando al principio de campeonato se hacian las quinielas de los posibles equipos candidatos para la lucha por el ascenso, en todas ellas aparecían Betis, Las Palmas, Valladolid y Zaragoza; en menor o mayor medida eran las plantillas más completas de la categoría, y no era difícil acertar en el pronóstico. Al final todos ellos han estado en la pelea, aunque el Zaragoza en un escalón inferior y debiendo todavía certificar la sexta posición que le dé opciones a disputar las eliminatorias de ascenso.
En muy pocas apuestas figuraban los nombres de Girona y Sporting de Gijón. Los catalanes, por el limitado presupuesto y con nombres poco conocidos para el espectador; los asturianos, por los problemas económicos que les habían impedido realizar fichajes y por la juventud de su plantilla. Incluso cuando los dos equipos se han mantenido en las posiciones principales de la clasificación, la mayoría de encuestas realizadas entre los propios profesionales de la categoría seguían omitiéndoles, con la creencia de que las 42 jornadas se harían larguísimas y no aguantarían el tren de las plantillas más fuertes, competitivas y compensadas. Pero ha ido pasando el tiempo y las jornadas hasta llegar a la última, y en ella sólo catalanes y asturianos tienen opciones de aferrarse a la segunda plaza que dé el ascenso directo a la División de Oro del fútbol español y a la futura viabilidad económica de ciertos clubs. Por el camino ya se quedaron Las Palmas y Valladolid, que deberán enfrentarse entre sí a cara de perro en los playoff de ascenso, con lo cual el que caiga derrotado ya podrá inscribirse en el cupo de los equipos fracasados. Entre los gerundenses, el trotamundos Sandaza, Mata y Sanchón han sostenido al equipo con un global de 36 goles. El mérito de Machín es incuestionable, habiendo recuperado a un equipo que en el mes de febrero parecía perder comba con los primeros puestos y apuntaba a otra temporada que se hacía larga, como ocurrió el año de Rubí en el banquillo; pero tras el bache la plantilla enlazó varias victorias consecutivas que la situaban en el momento de confianza pleno que se necesitaba para luchar por objetivos impensables en un primer momento.
El otro milagro se llamaba Sporting de Gijón: todo el año en puestos de honor y sin altibajos. La regularidad en el campeonato que premia esta cualidad por excelencia. Sólo dos derrotas en toda la temporada, pero un problema para resolver ciertos partidos y acumular más puntos: la falta de gol, o la incapacidad para resolver las ocasiones que se creaban, cuyo origen radica en la falta de incorporaciones que pudiesen mejorar la calidad y competitividad de la plantilla. Si Machín es primordial en el Girona, no lo es menos Abelardo en el club gijonés.
No es un disparate decir que catalanes y asturianos se merecen el ascenso de forma clara por el extraordinario rendimiento logrado con unos recursos inferiores a sus rivales, pero sólo uno de ellos lo hará de forma directa, mientras que el otro deberá afrontar un calvario de dos eliminatorias ante rivales muy duros, donde no se premia la regularidad sino el momento; la cita donde el error te lleva al abismo. El Girona tiene todas las papeletas para conseguir el premio gordo, ya que sólo depende de sí mismo en un enfrentamiento en su propio campo y ante un Lugo que se encuentra hace tiempo pensando más en las vacaciones que en correr y competir. Mientras tanto, el Sporting debe visitar al líder que, aunque se encuentra en la misma situación que los gallegos, intentará agradar a su afición en la despedida de la categoría. Si el guión se cumple, habrá fiesta en Girona a eso de las ocho de la tarde, y en Gijón deberán apretar los dientes para pasar página a lo ya ocurrido y centrarse en una eliminatoria extremadamente exigente y con rival incómodo. No obstante, las buenas historias, aquellas que dan el salto de simplemente buenas a obras maestras, siempre vienen definidas por un final apoteósico, un giro inesperado de los acontecimientos en el que lo que parecía ser no es, y donde lo que parecía desembocar de forma lenta y pausada acaba abocado a un vértigo de situaciones inesperadas e impredecibles. En Gijón se aferran a los sobresaltos, mientras en Girona esperan una cena con velas y un final feliz. Cojan palomitas y prepárense para una tarde de cine.
Miguel Mandías