De Morientes a Morata: el retorno del ‘Moro’
El Real Madrid ganó su séptima Champions League en 1998 gracias a una dupla de fabulosos atacantes de origen balcánico: Davor Šuker y Predrag Mijatović; un año más tarde, ambos artilleros veían sus puestos peligrar debido a la entrada en escena de dos joyas de producción ibérica. Uno era la perla del Castilla, el orgullo de la casa blanca, el mito Raúl González Blanco; el otro era su fiel escudero y compañero del crimen, su complemento perfecto en el área contraria, Fernando Morientes. Juntos la “liaron parda”, como se dice en tierras españolas, y a fuerza de goles tomaron por asalto el viejo continente durante los siguientes 4 años, ganando la Champions otras dos veces. Particularmente, en la final del 2000 fueron ambos protagonistas anotando un gol cada uno en la victoria por 0-3 ante el Valencia, en la primera final fratricida de la historia del torneo.
La llegada en 2003 de Ronaldo Nazário al Madrid cerró de golpe las puertas de la titularidad para ‘el Moro’, quien luego de sufrir un calvario en el banquillo durante toda la temporada decidió ir al Monaco. El destino quiso castigar la arrogancia del conjunto merengue esa temporada enfrentándoles justamente al nuevo equipo de Morientes, quien anotó goles decisivos que apearon de la competición continental al equipo ‘galáctico’. Su olfato goleador le hizo uno de los mejores artilleros del mundo, un 9 clásico que cualquier entrenador desearía en sus filas, y su salida dejó un vacío enorme.
Ha pasado más de una década desde entonces y el coloso merengue ha vuelto a la cima del mundo levantando el pasado mes de mayo la décima Champions de su gloriosa historia. Como en aquel entonces, dos atacantes extranjeros fueron clave en el resultado: Cristiano Ronaldo y Ángel Di María. También en este caso hubo un joven atacante proveniente de la cantera madridista que puso su granito de arena a la causa; su nombre es Álvaro Morata. Luego de que su éxito en el Castilla le abriera las puertas del primer equipo, el joven Morata fue completamente desaprovechado por su club durante dos temporadas hasta que decidió emigrar a Italia, donde la Juventus, reina absoluta del campeonato de Serie A durante los últimos tres años, decidió confiar en su talento para asegurarse goles en el presente y en el futuro.
No nacieron en la misma ciudad —uno en Extremadura y el otro en Madrid— pero esa sincronía fonética que une los apellidos Morientes y Morata es solo la primera de tantas coincidencias que llevan a este humilde autor a pensar que la historia se repite; crece en mí la sensación de que ‘el Moro’ está vuelta, y más pronto que tarde podría hacerle pagar al Madrid nuevamente sus pecados.
Álvaro Morata tiene el alma de un atacante clásico, pero lleva consigo el entrenamiento del atacante moderno. Le vi en algunas ocasiones ser utilizado por Ancelotti como extremo izquierdo, partiendo desde la banda con el objeto de alternar posiciones con el atacante central y aprovechar su olfato goleador a espaldas del central, rompiendo el fuera de juego. Por supuesto, su posición ideal es el centro del área, jugando de espaldas al arco para aguantar la pelota, ser el faro del ataque, desplazar a los centrales de su posición y abrir el camino a sus compañeros. Es capaz de definir con ambas piernas, de cabeza, de lejos o cerca, de potencia o con fineza. Es un 9 de los de antaño: vive por y para el gol.
Pasé dos años abogando por su inclusión en la titular del Madrid, incluso en detrimento de Benzema, quien a mi modo de ver es un gran atacante pero desaprovechado jugando a la sombra de ‘CR7′. Morata es, como lo fue Morientes, un complemento perfecto para cualquier delantero, pues sabe trabajar en equipo, tal y como ha demostrado en la ‘Juve’ haciendo pareja tanto con Llorente como con ‘el Apache’ Tévez. Pero lo más importante es que ‘el Moro’ sería el atacante perfecto para un equipo repleto de mediapuntas, como por ejemplo la selección española, tal como lo explica nuestro Pablo Ortega (@PabloEFEI) en su texto más reciente “España, esperando la revolución (todavía)“. No es casualidad que haya finalmente anotado su primer gol con ‘la Roja’ en su primera oportunidad al centro del ataque durante el más reciente partido ante Ucrania. Y es que, a diferencia de Diego Costa, Morata no necesita que el equipo juegue para él y puede adaptarse perfectamente al ritmo lento de los tantos mediocampistas que tiene Del Bosque a disposición.
Corren tiempos difíciles para los delanteros como ‘el Moro’: la tendencia actual es de jugar con pelota dominada, mucha posesión y movimientos colectivos. Morata rompe con ese esquema, pues su mayor virtud es el movimiento al espacio vacío, una habilidad casi extinta que antiguos maestros del arte dominaban; unos se llamaban Inzaghi, otros Raúl o Morientes, pero tenían todos en común que no corrían hacia la pelota, sino al espacio vacío donde la esférica estaría, y eran capaces de ver la jugada antes que se gestara. Así juega Álvaro Morata, anticipando la jugada. Quizás sí ya el joven ‘Moro’ haya anticipado el futuro y sepa cuál sea su próximo éxito. Lo sabremos pronto. Que ruede la pelota.
Arturo Loaiza
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